La guerra. Parte dos.

Kerr se arrancó el dardo que tenía calvado en la espalda, se le habían ido las fuerzas del cuerpo y había caído al suelo al lado de su hermano, pero las fuerzas habían regresado sin sus poderes y le costó un poco ponerse de pie.

Víctor estaba sobre su madre intentando asfixiarla, y la mujer ya tenía el rostro morado cuando él perdió las fuerzas y la dejó, tenía los ojos llenos de lágrimas y la voz rota.

— Te fuiste — le dijo — te fuiste y ahora te atreves a volver así — la mujer tosió, Luana no parecía bien, tenía los ojos abiertos como si estuviera loca, tal vez así lo estuviera.

Kerr abrió la tienda de golpe y se encontró con Lina y los niños que estaban acorrucados en el rincón, el pequeño Benjamín estaba desnudo y lloroso, de seguro le habían lanzado también un dardo. Cuando la mujer vio a Kerr se le lanzó encima y lo abrazó.

— Sabía que vendrían — dijo — tengan cuidado, está armada — Kerr tomó a su pequeño sobrino en brazos, estaba pálido y él se quitó la camisa para cubrirlo.

— Me dolió, tío — le dijo y Kerr le besó varias veces la frente.

— Todo va a estar bien, te lo prometo — le dijo y los sacó de la tienda. Víctor estaba de pie frente a la mujer que lo miraba con una expresión indescifrable. El Alpha caminó hasta su familia y y los abrazó a los cuatro, incluyendo a Kerr y él con la mano que tenía libre lo rodeó por los hombros, pero no perdió ni por un segundo de vista a la mujer.

— Yo también soy parte de tu familia — le dijo Luana y Víctor besó en los labios a su esposa.

— Ve a la jauría, ahora — ella asintió con la cabeza y Kerr dejó a Benjamín para que caminara, se tambaleó un poco, pero al final lo logró y los tres desaparecieron en el bosque.

— Tú dejaste de ser parte de mi familia cuando me dejaste hace tantos años — le dijo el Alpha, Kerr trató de transformarse o usar sus habilidades mentales, pero no pudo. Temió que el suero le quitara los poderes por mucho tiempo y no pudiera estar en la pelea.

— Eso no fue mi culpa — le dijo la mujer con rabia y luego miró a Kerr — fue culpa de la puta de su madre — Kerr quiso correr y golpearla, pero se quedó inmóvil — pero la vida me llevó hasta el doctor Saúl Quiroz, él me enseñó como crear un suero que quitaba los poderes a los lobos, y después de hacer que tu madre lo inhalara fue más fácil hacer que su auto chocara con ese poste. Lo último que vio fue mi rostro, y lo último que escuchó fue mi voz al decirle que te mataría — Kerr pasó saliva, el corazón le palpitó con fuerza, quiso correr y matarla , pero la serenidad con la que estaba Víctor se le contagió.

— Estará feliz al ver desde el cielo que no pudiste hacerlo — le dijo Víctor y ella ladeó la cabeza, sacó una pistola que tenía tras el pantalón y le apuntó a Kerr.

— ¿Estás seguro? — con calma, Víctor dio dos pasos frente a Kerr y se interpuso entre él y el arma.

— Si lo vas a matar, tienes que matarme a mí, aunque no creo que te importe mucho — los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.

— Claro que me importas — dijo — pero no pude llevarte conmigo cuando me fui, tu papá no lo permitió.

— ¿Y te impidió visitarme? ¿incluso después de que muriera? — ella enfatizó con el arma que tenía en la mano apuntándole.

— Quitate — le dijo y Víctor negó.

— No dejaré que mates a mi hermanito — Kerr sintió un nudo en el pecho — me tardé para verlo ¿sabes? pero él sí estuvo a mi lado, era como una espina en mi trasero, pero sí estuvo ahí, y ahora me arrepiento de todo el tiempo que me dejé manipular por Lair, pero ya no más. Él es mi sangre, mi vida y pasaré lo que me quede de la existencia protegiéndolo como le prometí a a papá.

— ¡Quitate, Víctor! — le gritó la mujer, pero él permaneció imperturbable.

— Así es la venganza, mamá, siempre se lleva todo lo que amamos — Kerr entendió que la mujer ya estaba dispuesta a morir, Jábico lo necesitaba vivo, y ella quería matarlo, si lo hacía, eso le costaría la vida, pero él pudo ver que no le importaba mucho.

La mano con el arma comenzó a temblar, el dedo en el gatillo se apretó un poco y Kerr vio como la mano de Víctor, por detrás de su espalda, le señaló el lado derecho, así que saltó hacia ahí. Víctor saltó hacia la izquierda y la bala pasó por en medio de ellos.

Tan raído como cayó, Víctor se puso de pie y corrió hacia la mujer que trató de dispararle, pero el hombre fue más rápido. De una patada la pistola salió volando a un par de metros y Kerr corrió hacia ella, la agarró y le apuntó, pero, los dos estaban enfrascados en una pelea en la que él no podía apuntarle bien a la mujer.

Víctor peleó con su madre, intentaba someterla mientras ella tiraba a matar y eso asusto a Kerr. La mujer sacó un cuchillo e intentó apuñalarlo un par de veces, pero Víctor levantó el pie y pateó el abdomen. La mujer retrocedió varios pasos y sus pies se hundieron en el suelo hasta las rodillas, donde se quedó atrapada.

— ¡Sacame! — le gritó a su hijo, pero él la miró con la respiración agitada y luego dio la espalda, Kerr sabía que la arena movediza la mataría, Víctor igual — ¿lo escogerás a él por encima de tu madre? — le preguntó ella con la voz rota y Víctor se volvió para mirarla una última vez.

— Siempre — le dijo, cuando llegó hasta donde estaba Kerr, lo abrazó con fuerza y enterró los dedos en la piel desnuda de su espada, luego le dio un beso en la mejilla, y cuando se apartó lo miró a los ojos, con la mirada más clara y pura que Kerr le había visto en su vida — vamos, hermano, nos espera la batalla.

Cuando Kerr miró a la mujer por última vez, ya estaba hundida hasta el pecho y seguía luchando por salir, gritaba y maldecía, y ellos se alejaron caminando hacia la jauría, y en apenas unos minutos los gritos cesaron, y no porque ellos estuvieran demasiado lejos.

— Lo siento — le dijo Kerr y Víctor negó con la cabeza.

— Ella nunca fue mi familia, mi familia está aquí ahora, y tengo que protegerla — alcanzaron a Lina y a los niños y Kerr sintió como sus poderes regresaban poco a poco. El suero tenía efecto corto al igual que el de Víctor.

Cuando llegaron hasta la entrada de piedra el ejército ya estaba formado, habían dado un espacio en el plan para la gente del bosque y Kerr llegó con Vanya que estaba en primera fila al lado de Aleck con su cuchillo de hueso.

— Imagino que no me permitirás decirte que no — ella negó y luego se colgó de su cuello dándole un beso enorme. Un grupo llegó cargando la armadura que Karina había mandado a hacer para Kerr y él dudó un poco, pero todos lo convencieron de ponérsela, y ya transformado esperó, todos esperaron.

A lo lejos se logró escuchar el sonido de los pasos del ejército de Jábico, se acercaban como un terremoto. Karina estaba cubierta con su abrigo de pieles en primera fila y alzó la voz, las cientos de personas que estaban tras ellos estaban tan cayados que su voz se escuchó hasta el otro lado del bosque.

— Puede que mueran hoy — dijo — pero la pelea que libraremos es la pelea más grande de la historia de la humanidad, la más importante, en nosotros está el destino de este pedazo de roca flotando en el espacio. No peleen por ustedes, peleen por sus hijos, por sus nietos y lo que vamos a heredarles. Jábico desaparecerá hoy de una vez por todas y lo hará con sangre y dolor — levantó la mano en el aire y todo el ejercito se alzó en gritos, luego en aullidos cuando todos se transformaron.

A Kerr se le espantó el miedo, como una sobra ahuyentada por la luz, estaba a punto de pelear la batalla más importante de la humanidad y eso lo llenó de una energía total.

Cuando sintió que el ejercito estaba en el punto indicado, le dio la señal a Karina que dejó su abrigo de pieles y saltó hacia el frente, y cuando su loba gris emergió, aulló hacia la parte alta de la montaña. 

Los humanos que estaban ahí arriba protegidos tenían la misión de hacer el primer ataque, e hicieron rodar piedras desde la parte alta, tan grandes que arrasaban con cientos de arboles a su paso.

El aire se llenó de un ruido aterrador, chillidos de lobos y gritos de vampiros que eran aplastados por las rocas en un juego duro y firme. Así era la guerra, la gente moría.

Cuando las piedras se detuvieron la jauría a tacó, y todos los lobos se unieron a la mente colectiva. Era una de las razones por las que los lobos eran tan difíciles de vencer en el campo de batalla, todos unían sus mentes en una sola y formaban una telaraña de señales e y órdenes.

Kerr sintió como la adrenalina saltó por todo el lugar, cientos de ojos vieron al ejercito aplastado bajo las rocas y la tierra, el olor a sangre inundó las fosas nasales de todos y todos olieron lo mismo, sintieron lo mismo, como uno solo.

Vanya corría al lado de Kerr, su hijo le daba fuerza y habilidad y sostenía el arma que Kerr le había quitado a Luana.

Cuando se encontraron con el ejército fue muy fácil deshacerse de los heridos, y más allá, los que no habían sido afectados por la avalancha, corrieron a su encuentro.

Los lobos más fuertes iban en primera fila, y cuando chocaron contra el ejercito se formó una carnicería sangrienta de gritos y sangre, el ejército de Jábico peleaba con habilidad, los puros con instinto y los lobos de una manera robótica y poco natural. Pero la jauría tenía una mente sola y peleaban como un solo ser.

Si uno estaba en riesgo, otro lo sabía, las fuerzas se equilibraban y todo fluía, pero por el bosque cada vez aparecían más y más drones de lobos acompañados con cientos de puros más.

Son demasiados — Dijo Víctor, Kerr sintió como le arrancó la cabeza a un puro. Él inmovilizó con dolor por lo menos a una docena mientras eran ejecutados. Estaba al pendiente de Vanya, pero ella sabía defenderse bien y Aleck con su cuchillo de hueso la mantenía bien a salvo. Hasta que sintió que su mano se aferró al pelaje que salía por entre los bordes de la armadura y él la miró.

— Tengo que ir — le dijo ella y él no tuvo que entrar en su mente para saber a qué se refería.

No — Le dijo él — Es muy peligroso — Vanya sacudió la cabeza.

— Si la mayoría de este ejercito está controlado por el tal remitente, ahí estará mi padre controlándolos, si logro detenerlo, el ejército…

No — Aleck se acercó a ellos.

— Yo la protegeré — le dijo, tenía el cuchillo lleno de sangre — es la única forma, son muchos drones, es necesario… Kerr — Kerr sintió un vacío en el pecho, miró los verdes ojos de la mujer y no lloró por que su lobo no lloraba.

— Lograré hacerlo — le dijo ella y lo abrazó por el hocico. Él sabía que ella podría, claro que sí, ella podía hacer cualquier cosa, como enamorar al lobo más fuerte en mil años y acabar una guerra.

Te amo — le dijo y ella le besó la punta de la nariz.

— Yo también te amo.

Una muchacha de alas de libélula llegó hasta ellos y tomó a Vanya y a Aleck que se despedía de Sebastián con un abrazo fuerte, luego se los llevó volando por sobre las copas de los árboles. Kerr se unió a Sebastián y juntos emprendieron de nuevo la batalla. Los haces de Luz de la gente del bosque explotaban creando ráfagas de viento, y entonces fue ahí cuando aparecieron los helicópteros, el bosque se llenó del sonido brutal y todos los lobos cayeron al suelo, incluso los de Jábico, en medio de convulsiones de dolor.

Kerr cerró su oído y se puso de pie, miró a la reina Klemiska que entendió la mirada que le dejó el lobo y con un silbido agudo voló junto con su ejercito hacia los dos helicópteros que tenían los parlantes.

Las ametralladoras comenzaron a derribar a las hadas como cazadores a patos y mientras ellos luchaban con eso, Kerr utilizaba su poderosa mente para mantener alejados a los puros que intentaban matar a los lobos que estaban doloridos en el suelo, los puros y el transformista del aquelarre de la cascada los ejecutaban con habilidad, y luego una fuerte explosión llenó el aire, uno de los helicópteros cayó al suelo hecho cenizas y luego, en medio de haces de luz, el segundo también cayó.

Aleck les había conseguido la ventaja y tenían que aprovecharla. Cuando el sonido y el dolor se fue, todos se pusieron de pie y Kerr entró a la conciencia colectiva.

Peleen — dijo y la batalla comenzó nuevamente

 

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