El lobo que regresa.

El bosque lucía oscuro, más oscuro de lo normal, la noche había caído sobre el lugar como un manto de ceda fino. La luna ya esta en lo alto y cuando él se volvió hacia atrás observó al ejercito que tenía a sus pies. Lobos y puros que pelearían por la libertad del mundo del futuro.

Al doctor Saul Quiroz le picaba como sal en la herida que su hija, Vanya, no hubiese sido capaz de entender su ideal de mundo, era débil al igual que su madre y el tiempo que había pasado con los lobos la había ablandado aún más. Pero él ya había ignorado demasiado el llamado de su destino y esa era la última oportunidad que tenían de cambiar al mundo.

Siempre manejó a los laboratorios Jábico desde las sombras, y odió el haber entregado el control apersonas estúpidas que lo único que hicieron fue destruir lo que él había construido a lo largo de los años.

Todo debido a Marina, la mujer había creado el remitente original y desde ese entonces todo se había interpuesto entre él y ese objetivo, un niño puberto enamorado de una sirena, una loba con su mediocre manada, una mujer embarazada y luego una periodista arrogante ¿Cómo ellos habían logrado derrotarlos en cuatro ocasiones? ¿Cómo él no había tenido la fortaleza para detenerlos? Ahora ya no había marcha atrás, los errores que se habían cometido eran aprendizajes y Saúl entendió que ya nada se podría interferir entre él y el destino que vio hace decenas de años cuando descubrió el submundo. Esa visión estaba más cerca que nunca. Lo único que tenía que hacer era capturar a Kerr, él era la clave, así mismo como lo fue Moira, y estaba seguro que podría conseguirlo, lo sentía en los huesos como nunca antes.

Levantó la cabeza, esa era el último ejercito que tendría Jábico, el último y eso lo llenó de nostalgia, ya no habrían más guerras, ni batallas, cuando Kerr cayera a sus pies lo habría conseguido, con él, el mundo también caería, y así podía moldearlo como siempre había soñado.

— Ya llega la hora — le dijo la mujer que estaba a su lado, la esposa de un Alpha y la madre de otro. Saúl sabía que su locura de venganza le ayudó bastante, tanto que parte del final era gracias a ella, pero también sabía que aquello la llevaría más allá. Le tendió el arma y ella lo miró con los ojos brillosos.

— Con lo poco que logramos saber de Kerr — le dijo él — logré diseñar este suero, solo hay un disparo y anulará sus poderes por una media hora, suficiente para que lo saques de ahí y lo lleves al rio — luego le pasó una jeringa llena de un líquido azul — con esto tendrás la fuerza para hacerlo, pero durará poco, ambos lo harán, así piensa antes de actuar — vio en los ojos de la mujer un poco de duda y él avivó la llama como lo había hecho a lo largo de los años — recuerda que aunque Victoria esté muerta su recuerdo te insulta, él es su recuerdo — la mujer asintió con seguridad.

El otro hombre que le había ayudado a lo largo de los años, su amigo, llegó y se señaló algo en el aparato que sostenía en los brazos.

— Los drones mostraron que Kerr y su hija dejaron la jauría, no están — le dijo y Saúl sonrió.

— Llegó el momento — había esperado eso toda la vida, y ya ni siquiera Vanya le estorbaría, si fuera necesario, él mismo le cortaría el cuello — se acercó al control que tenía frente a él y se sentó en la silla, presionó un botón y los cientos de drones que tenía frente a él levantaron la cabeza, esperando que sus ordenes a través del implante neuronal que tenían en la cabeza llegaran.

— Todo saldrá bien — le dijo su amigo y le apretó el hombro, ese día era la culminación de un largo viaje — ya lo verás — Saúl asintió con la cabeza, presionó un botón y el ejercito comenzó a marchar lentamente hacia el bosque.

Sebastián intentó romper las lianas que lo tenían sujeto a la cabecera de la cama, el corazón le palpitaba con fuerza. Había visto como la pluma del hombre alado le se había introducido dentro del cuerpo del vampiro bastante profundo. Kerr llegó hasta él y de un mordisco rompió las lianas, luego regresó a su forma humana para ayudarlo a soltarse.

Sebastián corrió hacia donde estaba el cuerpo de Aleck y lo tomó entre sus brazos.

— Niño tonto — le dijo y Aleck le sonrió.

— Perdoname por eso — él negó con la cabeza.

— Lo entendí, era tu plan — luego le acarició al torso desnudo — perdoname tú — los ojos se le llenaron de lágrimas — me comporté como un idiota por que tenía miedo, pero… pero yo te amo — los ojos de Aleck brillaron.

— Yo también — se estiró y le dio un casto beso en los labios, estaba frío — Vanya se arrodilló a su lado y le quitó la espada a Aleck , luego se hizo un corte en la muñeca y se la tendió al vampiro, Aleck le dio un agradecimiento con la cabeza y apretó los labios contra la piel de ella, pero succionó con un mohín de asco. Cuando la herida de su piel sanó como magia por la acelerada curación, dio un par de tragos más y se alejó.

— ¿Por qué tu sangre se vuelve amarga? — le preguntó el vampiro y Vanya sonrió, Kerr se arrodilló a su lado con una sonrisa en los labios. Sebastián abrió los ojos cuando creyó entender, tomó la mano de Vanya y limpió la herida que estaba comenzando a sanar.

— Estás embarazada — dijo con alegría y Aleck se irguió.

— ¿Por eso se amarga tu sangre? — preguntó y Vanya asintió.

— Mi hijo me da fuerza y…

— Lamento interrumpir la reunión — les dijo Kerr — pero entramos a la fuerza y nos tenemos que ir, no estamos a salvo  — Aleck levantó la mano donde aún sostenía el mechón de cabello que le había arrancado al rey cuervo y negó con la cabeza.

— No, ahora estamos mas a salvo que nunca. |

Aleck entró a la sala principal donde la princesa Klemiska estaba reunida con los dirigentes de la aldea, caminó orgulloso presumiendo la sangre que tenía en el cuerpo y luego se arrodilló frente a ella y le tendió el mechón de cabello.

— Lo prometido es deuda — le dijo — ahora eres la reina de esta aldea — la mayoría de los que estaban ahí, que eran tan diferentes de Aleck como lo era el rey cuervo, demasiado contrariados para decir algo, se limitaron a aplaudir. Parecía que a nadie le haría falta las alas negras del rey. Klem levantó el mochón de pelo en el aire y luego se dirigió a Aleck.

— Lo prometido es deuda — le dijo.

— Tu ejercito ahora es mío — afirmó el vampiro, luego levantó el cuchillo de hueso en la mano — y esto también.

Sebastián se había duchado más de una vez y esta esperando la llegada de Aleck cuando Kerr entró por la puerta. Le habían asignado una habitación amplia de cortinas de ceda y lo vistieron con la ropa ajustada y de color marrón que usaba la gente del bosque.

— Amigo — le dijo Kerr y le agarró el hombro — ¿Cómo estás? No tuve mucho tempo de hablar con Aleck, pero me contó que no estás bien — Sebastián le apartó la mirada, por la ventana podía ver la aldea, que era casi como un pueblo grande bien disimulado por debajo de los árboles.

— Estaré bien — le dijo, aun lograba sentir la presencia de su lobo dentro de sí, pero no era capaz de alcanzarla — eso creo.

— ¿Qué pasó? — le preguntó el menor y Sebastián ladeó la cabeza, le hizo un resumen de lo contenido, desde la herida de Aleck y el veneno del transformista dentro de él, y de su lobo que ya no podía alcanzar.

— Está ahí — le dijo al final — pero ya no es mío, es, como una fuerza débil, como tirar de la cabeza de un gusano que no quiere salir de su agujero — Kerr le acarició la espalda en gesto de apoyo y luego se apartó señalándole el suelo.

— Siéntate — Sebastián obedeció de mala gana y Kerr se sentó junto a él en el suelo, con las rodillas flexionadas y frente a frente — dices que sigues sintiendo la fuerza de tu lobo dentro de ti — Sebastián asintió — entonces yo te ayudo a alcanzarla. Cierra los ojos — ambos cerraron los ojos y Sebastián sintió como la conciencia de él entró en la suya — Llevame a donde él está —  le dijo Kerr y Sebastián intentó transformarse, pero de nuevo se encontró con que no podía llegar a su lobo, y en vez de sentir la misma decepción estresante, la presencia de Kerr le dio un poco de seguridad.

No puedo —  le dijo Sebastián, y conectado a Kerr sintió que el lobo superior estaba seguro de lo que hablaba.

Sumérgete — él lo intentó, pero apenas y podía arañar con las yemas de los dedos las sensaciones que estaba buscando — Dejate caer, literalmente, salta — Sebastián no entendió a qué se refería, pero de repente abrió los ojos y se encontró en un acantilado, el viento soplaba brutal en su cara — no es real, proyecté esta ilusión para simplificarlo, ahora mira abajo — Sebastián obedeció, allá abajo en la oscuridad vio a su lobo pardo, acurrucado sobre un lecho de paja y él sintió nostalgia al verlo — Salta — Sebastián dudó — Él está ahí, solo tienes que confiar en él de nuevo y vendrá a ti ¡Salta! — Así que saltó, el aire le arremolinó el cabello y la sensación de vacío lo invadió, cayó consumido por la fuerza de la gravedad y cuando se estrelló contra el cuerpo cálido y peludo de su lobo lo invadió una fuerza descomunal, la dejó fluir por su cuerpo como tantas veces había hecho antes y le dolió, como si fuera su primera transformación, pero nunca había sentido dolor más gratificante.

Cuando abrió los ojos su lobo emergió, rasgó la ropa que le habían dado y su cabeza chocó contra el techo. Kerr lo miró con los ojos abiertos y levantó las manos en señal de triunfo.

— ¡Eres más grande! — gritó asombrado y Sebastián se lanzó sobre él, lo derribó y le lamió la cara con la lengua que le cubría casi todo el torso, y lo lamió de nuevo hasta que lo dejó bien mojado y escupiendo — idiota, enserio estás más grande.

— Es verdad —  habló alguien desde la puerta y Sebastián se volvió para encontrarse con Aleck que lo miraba con los ojos brillosos, tenía una sonrisa autentica de felicidad — eres un poco más alto, tal vez el veneno te ayudó a potenciar un poco tus habilidades y… — Sebastián saltó sobre él y lo lamio, le agradeció saber que ya no tenía sangre encima y mucho menos el sabor del rey cuervo, así que lo lamio con ganas y luego recostó la cabeza sobre el cuerpo babeado del vampiro. Ellos tenían razón, se sentía más fuerte, más hábil.

— Qué bueno que todo está bien ahora por este lado — dijo Vanya entrando — pero el ejercito de la reina Klemiska está listo, nos vamos ya — Kerr se puso de pie y caminó hacia ella.

— ¿Qué pasó? — preguntó y Aleck salió de debajo de Sebastián.

— Logré recuperar mi celular, llamé a la jauría. Jábico tiene al ejército de drones en el bosque y van para allá según los espías — Sebastián regresó a su forma humana y Kerr los tomó a los cuatro en un abrazo fuerte.

— Ya llegó la guerra — Sebastián devolvió el abrazo y Aleck y Vanya quedaron en medio de los dos hombres sin poder moverse.

— Pues vamos a pelear — dijo Sebastián.   

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