- Amo...
- Necesito que busques un laboratorio discreto.
- Si señor, le tendré todo a primera hora.
- ¡No lo quiero para mañana, lo quiero para ayer! - bocifero molesto, escuché su suspiro y luego su voz al otro lado del teléfono.
- Entendido señor...
Corté la llamada y me serví un whisky. Necesitaba apaciguar todo lo que tenía en mi cabeza.
Esa chiquilla era mi boleto a la felicidad. A Anna le quedaba poco, lo había hablado con su nuevo médico, la enfermedad no tenía cura y para la época eran poco los avances. El VIH era una enfermedad nueva y lo que se esperaba para quienes padecían esta enfermedad era una muerte segura.
Qué suerte la mía que mi adorada mujer fuese tan promiscua ¿no? al final no tendría ni siquiera que divorciarme y menos perdería sus bienes, la muy tonta había traspasado gran parte de ellos a mis hijos, cuando tuvimos el problema con la denuncia anónima ante el fiscal de distrito, por lo que podría manejar tranquilamente todo el dinero hasta que Adam siguiera con m