Capítulo 7

Me enamoré

Natalie/Annia

Vamos con Lau en su auto, hoy ha sido un día fantástico, se portado tan bien conmigo este último tiempo que ha logrado bajar varias de mis barreras. Por eso acepté su invitación.

Desde hace unas semanas se ha transformado en todo lo que una puede desear, es tan caballero y me cuida mucho.

Por lo que he escuchado en el café, es un chico trabajador y honrado que viene de una buena familia de Chicago, pero que se quiere abrir paso en el mundo por su intelecto y no por su dinero. Sé que trabaja en el bufete de su familia como asistente, mientras estudia y siempre me lo topo en la biblioteca y en el café estudiando con sus compañeros, jamás lo he visto con otra chica y mucho menos he sabido de una novia.

Sé que me está cortejando y me gusta mucho, por eso el día de hoy acepté y después de un libdo día, lo besé. Sentí mucha vergüenza porque todo el mundo nos miraba, pero él fue tan tierno que me hizo sentir la mujer más deseada del mundo.

Ahora, lleva mi mano apretada con la suya, sólo la ha soltado para maniobrar la palanca de cambios y vuelve a buscarla como si no quisiera perderme. Llegamos a nuestro barrio. Así fue que se transformó en el caballero de brillante armadura al acompañarme en las noches desde el café, pero pasamos de largo de la calle en donde vivo.

—¿Dónde me llevas Scott?

—Iremos a mi casa, ¿No te molesta? Si quieres me devuelvo y te dejo en la tuya.

—No, no, te preocupes, no hay problema, me gustaría estar un rato más contigo—digo toda sonrojada, esta será la primera vez que voy al departamento de un chico y sabía que esta noche podría pasar algo más entre los dos,es más, lo deseaba, de verdad que sí, pero soy inexperta. Marine dice que soy una “cartucha” que me falta solo el hábito para ser una monja, pero es que no he tenido novios y más allá de un beso robado no he hecho nada más con un chico. Sentía que Lau era el indicado y quería aprender del amor que me estaba profesando. Era arriesgado, pero quién no se lanza al río no lo cruza ¿No? Así que después de ese beso que me dio en el paseo de la armada supe que me quería entregar a él en cuerpo y alma. Como una loca me había enamorado por primera vez.

Llegamos a su edificio, es un grupo de duplex bastante mono y se ve tranquilo, al igual que donde vivimos con Marine. Laurent se baja del auto y abre la puerta como todo un caballero y toma mi mano para salir. Nos adentramos en el edificio y cuando estamos en el ascensor vuelve a besarme de una manera demandante que hace que moje mis pequeñas braguitas. Seré inexperta, pero sabía del sexo y de la autocomplacencia por lo que estaba logrando con ese simple beso me esta a poniendo a mil.

Llegamos a su departamento y entramos entre besos y manoseos, estaba tan necesita de él que comencé a sacarle la chaqueta y luego la camiseta, su cuerpo era divino, no tenía tanto músculo, pero se notaba que se preocupaba de cuidarse. Sin dejar de besarnos me llevó en brazos hasta su habitación y me posó delicadamente en su cama.

—Oh mi pequeña, eres tan hermosa y deliciosa, ¿Me dejarás probarte entera?

—Lau… yo… yo no he estado con nadie.

—Tranquila, lo haremos lento y pausado, desde hoy cuidaré de ti...

Sus ojos se oscurecieron como un verdadero bosque selvático. Eso hizo que se me erizara la piel, volvió a besarme y ahora él comenzó a desnudarme, de forma lenta, casi agónica, quería que estuviera dentro de mí pero el se tomaba su tiempo. Me sacó la polera y tocó mis pechos con devoción por sobre el brasier, luego bajo a mi cintura y con cuidado bajó mi pantalón con las bragas dejándome expuesta ante él.

—Ah…

Solté un gemido ahogado cuando su boca besó mis pliegues y con sus dedos comenzó a masajear mi clítoris, sentía que iba a desfallecer con todo lo que me estaba provocando con su lengua y sus dedos que apretaba la colcha de la cama y me serpenteaba para llegar a mi liberación, comencé a sentir un cosquilleo en mi bajo vientre y en una fracción de segundo sentí un feroz orgasmo que me consumía. Grité como una loca su nombre y boté todo el aire que tenía en mis pulmones, pero él no me dejó descansar, se posicionó entre mis piernas y comenzo a deslizar su miembro entre mis pliegues hasta que lo metió dentro de mí en una sola estocada, grité nuevamente al sentir la intrusión como si me estuviera partiendo en dos, mis lagrimas salían a borbotones y él se quedó quieto aun unido a mí.

—Perdona pequeña, era mejor entrar de una sola vez y así el dolor pasará más rápido. ¿Estás bien?

—Sí —dije casi en un susurro, sentía mi cuerpo arder por los movimientos suaves que empezó a hacer y luego me dejé llevar moviéndome a la par de él.

—Eso, así mi cuervito, ¿te gusta?

—Mucho, sigue por favor.

Siguió con sus estocadas hasta que volví a sentir ese revoltijo en mi interior que me avecinaba un nuevo orgasmo, me aferré de sus hombros y mordí su cuello al volver a correrme con furia, él después de unas cuantas más estocadas se liberó dentro de mí con un gruñido escandaloso que me colocó a mil volviendo a sentir un nuevo orgasmo en mi cuerpo. Al momento de terminar salió de mi cuerpo y fue a algún lugar, no sabía que hacía, pero pronto lo supe, cuando llegó con una toalla humedecida y limpió mi entrepierna, la dejo en la mesita de noche y se acurrucó junto a mí.

—Tengo que cuidarte mi cuervito, ahora es mejor que descansemos y luego te dejaré en tu casa, pero si prefieres puedes quedarte aquí, no me opongo a eso.

—Marine tiene que trabajar y yo cuidar a su pequeño, me debo ir, lo siento.

Dije apesadumbrada, pues quería quedarme con él y seguir disfrutando de esto nuevo que me estaba pasando.

Había sido suya en cuerpo y alma y quería que este momento nunca acabara.

Me había enamorado de este chico intenso y amoroso que me hacía sentir especial y amada y esperaba no haberme equivocado...

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