Capítulo 2

Un legado

Laurent

Estamos todos sentados en la mesa de la sala de reuniones del estudió jurídico de mi abuelo. Ubicado en el emblemático Jewelers Building, en el 35 de East Wacker Dr. Suite 1980. Mi padre ha tomado por primera vez la cabecera en su vida, pero su cara sombría demuestra que no es un momento para triunfos.

Han llegado, con mi padre, desde Nueva York mis tías Helena y Vanessa, las cuales al igual que mamá, lloran desconsoladas la partida de mi viejo.

Por su parte, mis hermanas ya están más tranquilas y las veo conversando animadamente con Anna, pero la cuestión que me tiene intrigado es qué hacen aquí, tanto ella como su padre. Además, ahora están todos y se suponía que era cosa de hombres, no entiendo por que están mamá, mis hermanas y mis tías si podíamos solucionarlo solos.

—Buena tarde a todos. Para los que no me conocen soy Blake Samuelson, abogado del señor Scott, su asistente y quien tiene por mandato de este, la lectura y posterior cumplimiento de las disposiciones que se establecen en su testamento y última voluntad.

—Vamos, comienza de una vez Blake y deja tu cháchara para otros—espeta molesto mi padre y de verdad que no lo entiendo. Su padre lleva menos de 24 horas de fallecido y ni siquiera una lágrima ha salido de sus ojos. Es como si pudiera ver un atisbo de felicidad por la muerte del viejo.

—Está bien Elliot. Comencemos.— El albacea y abogado de mi abuelo, saca un sobre sellado con lacre, toma su abre cartas y lo rasga, saca un fajo de hojas y las ordena en la mesa. Se sienta derecho y comienza a hablar...

En la ciudad de Chicago, a doce de enero de 1976, en mi calidad de albacea y abogado, acompañado por el señor notario Leonard Sawyer, quien autentifica la veracidad de los documentos señalados doy por iniciada la apertura del testamento de Adam Scott Lewis…

PRIMERO: El testador, Quién, a la fecha de testar se encuentra viudo y de su unión con su única esposa sólo tuvieron un hijo. Elliot Scott Roland.

ha dispuesto una serie de legados en favor de éste y su familia.

El abogado hace una pequeña pausa, para beber agua y luego continúa…

SEGUNDO: En pleno uso de mis facultades mentales Yo, Adam Scott Lewis señalo lo siguiente como mi última voluntad:

» Para mí querido hijo Elliot, le dejo la propiedad de los Hamptons en Nueva York, la propiedad de Waco en Texas y las propiedades que se encuentran en París y Londres. Más una suma vitalicia de doscientos mil dólares al mes para sus gastos y necesidades.Las que serán reajustadas una vez al año.

—¡¿Qué?!—brama mi padre furioso — ¿y el estudio jurídico y las empresas?

—Por favor, señor Scott. Déjeme terminar.

—Papá, ¿qué te cuesta?

—Vamos cariño, esto sólo es el comienzo… — dice mi madre y de verdad ¿qué más quieren? demasiado alargaron la teta que les daba de comer, mientras mi abuelo se consumía en un asilo de ancianos, al cual ninguno de los presentes, excepto el abogado, mi madre y yo, había pisado un día. Me molestaba, sí, y muchisimo por que si no hubiera ido ese día, habría muerto unas semanas antes, de solo recordar que lo encotré tirado en su habitación botando espuma por la boca, el estómago se me retuerce y me dan ganas de vomitar

—¿Prosigo?— repite el abogado de mi abuelo y esta vez hablo yo.

—Por favor, señor Samuelson — digo casi como una plegaria, mientras veo que todos se miran entre sí y luego a mi padre.

» A mis queridas alcahuetas Helena y Vanessa les dejo las propiedades de South Hampton y  de Tribeca, más una pensión vitalicia de cincuenta mil dólares, reajustadas al año. Se que con eso ellas serán felices mientras no tengan un pene entre sus piernas—ambas mujeres se miran entre sí, totalmente ruborizadas, pero no dicen nada. Pff, que van a decir si las van a mantener de por vida, sin mover ni siquera el culo.

» Para mí querida nuera Lucía cedo las propiedades en España, México y la textilera que ella ha sabido administrar de forma impecable.—escucho el rechinar de los dientes de mi padre y como mi madre se ruboriza y solo da un asentimiento al abogado. Diablos, mi mamá recibió más que mi padre, ahí ven lo claro que tenía mi abuelo quiénes le eran leales y quiénes no.

» A mis queridas Sofía y Lucía, cada una será dueña, al cumplir la mayoría de edad, de los penthouses de la torre Sky de Chicago, más una pensión vitalicia de cincuenta mil dólares al mes, reajustadas todos los años, hasta el día de su matrimonio. Una vez casadas, la pensión pasará a formar parte de la masa total de activos de Scott y asociados.

» POR ÚLTIMO: A ti, mi querido nieto y mi mayor tesoro. Laurent. Te dejo el Estudio Jurídico y todo lo que implica Scott y asociados, las plantas de petróleo en Texas, las acciones en la bolsa y todos los demás bienes, que existan a la fecha de mi fallecimiento, sé que serás un hombre de bien y dedicarás tu vida a proteger el legado familiar.

—¡Esto es una broma!— Brama mi padre y yo sigo escondiendo mi sonrisa sardónica, mientras hago una nota mental.

Primer objetivo Check

—Elliot…—lo tratan de calmar mi madre y mi tía Vanessa.

—¿Qué puñeteras es esto? ¿Cómo le deja el estudio jurídico y la petrolera a un niño?

—¡Basta, padre!—elevo la voz frente a él, la verdad es que también estoy impresionado con lo que ha hecho mi abuelo, no pensé que cambiara tan drásticamente las disposiciones de su testamento.

—Perdonen, pero no he terminado — nos señala Samuelson.

—¿Queda alguna estupidez más por decir?— espeta mi padre.

—¡Padre! — Exclamamos con las chicas.

—Pues existe una condición para la entrega de todo esto y usted la sabe señor Scott.

¿Qué pasó aquí?

¿A qué condición se refiere?

Urdí perfectamente mi plan, no podía haber fallas. Y lo no menor es ¿cómo lo sabe mi padre?

Veo como mi padre se retuerce en su silla y cambia de rojo furioso a blanco albo, en menos de un segundo. Esto no me está gustando para nada, es que todo iba perfecto como lo había calculado, el viejo moría y me heredaba todo, era simple ¿no? Necesito saber cual es la bendita cláusula, es justo y necesario.

—A ¿qué se refiere con condición?— pregunto, casi atragantado.

—A eso iba ahora, señor Scott, es la siguiente:

» Mi querido Laurent, siento tener que colocarte entre la espada y la pared, pero para que todas estas disposiciones, antes dichas, se cumplan a cabalidad para tí y para todos en esta familia debes, en el plazo de dos años, casarte con Anna Cohen y engendrar a un hijo varón. Con esto cumplo con lo que está estipulado en el linaje de los Scott que no es nada más y nada menos que para mantener la herencia y todos los beneficios que de ella se produzcan, quién asume la cabeza de la familia Scott debe cumplirlos a cabalidad.

Perdóname Laurent, perdona a este viejo en las últimas y dale la satisfacción de proteger a la familia.

—¿Qué?— exclamamos con Anna y la cara de su padre lo dice todo, él lo sabía. Este viejo lo tenía todo planeado...

Segundo objetivo: A la m****a.

—Les pido por favor que no me interrumpan hasta terminar. Aún falta algo.— nos calla Samuelson.

—Prosiga Abogado, ya es demasiado y necesitamos terminar con esto.—dice mi madre, sosteniendo con fuerza la mano de mi padre.

—La cláusula le deja la siguiente vía de escape al joven Laurent — dice Samuelson y eso me gustó, capaz y el viejo haya recapacitado, no me quiero amarrar a Anna para mantener mis gustos y beneficios.

» Laurent, si no deseas seguir con esto estás en plena libertad de hacerlo — todos soltamos un respiro liberador y hasta creo que sonrío al ver que esto parecía ser una broma de mi viejo —, pero de ser así, todas mis posesiones, incluyendo lo que más anhelas, irán a la caridad y obras benéficas que están estipuladas en este mismo testamento...

—¡No!— mi tía Vanessa se desploma en el suelo y la cara de mis padres es un poema. Mis hermanas no entienden Nada, el viejo Cohen se soba las manos y yo estoy en shock. Mi viejo los ha y me ha jodido hasta las narices y debo decidir qué quiero hacer.

—Se casarán de inmediato.—grita mi padre.

—Papá, por favor. Abogado ¿Cuánto tiempo para decidir tengo? — Pregunto antes de tomar mi decisión.

—Un mes desde la lectura de este testamento, joven Scott.

—Perfecto.

—¿Qué mierdas piensas hacer? ¡Decide ya!

—Familia, nos vemos en un mes más.

—¡¿Qué?! ¡Laurent, vuelve acá!

Tomo mis cosas y salgo de ahí, viendo directamente a Anna que me musita un lo siento y no le creo ni m****a.

Este mes será para decidir si sigo con el legado familiar o mando todo a la m****a.

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