Víctor recorre los pasillos del hotel con pasos rápidos y firmes, sintiendo la incomodidad creciente en su pecho al darse cuenta de que Marina estaba tardando demasiado en volver a la habitación.
La incomodidad se transforma en un leve nerviosismo, algo que rara vez siente. Pasa por los elegantes y silenciosos pasillos, con las manos en los bolsillos del pantalón, mientras sus ojos escanean el lugar en busca de cualquier señal de ella.
Al bajar hasta el lobby, comienza a preguntar a los empleados que encuentra en el camino si vieron a Marina. La descripción de ella —joven, rubia, bonita, usando zapatos Louboutin— hace que todos la reconozcan enseguida. Tras ser cuestionado, uno de los recepcionistas señaló hacia el área de la piscina y dijo que la había visto pasar por allí hace algún tiempo.
Él se dirige al área de la piscina, sus emociones son un torbellino dentro de sí. No sabe con certeza qué le incomoda más: el hecho de que Marina haya salido abruptamente o el malestar que sintió