A la mañana siguiente, después de desayunar con su marido, Marina se despide de él diciéndole que pasaría la mañana haciendo compras con su madre.
—Está bien, espero que se diviertan mucho —dice Víctor, atrayéndola hacia un abrazo antes de que salga de casa.
—¿Vas a estar bien sin mí, verdad? —pregunta ella en un tono divertido.
Víctor sonríe, estrechándola contra su pecho.
—Confieso que tu compañía es lo que realmente me hace feliz, pero creo que sobreviviré hasta que vuelvas. Por cierto, estoy pensando en pasar por la casa de Rodrigo para ver a Jasmin —revela.
Marina sonríe con ternura.
—¡Ah, qué lindo! Dale un besito de mi parte y dile a Valen que pronto iré a visitarlos.
—Claro que se lo diré, preciosa —responde, dándole un beso a su esposa.
Ya hacía algún tiempo que Marina había obtenido su licencia de conducir y, entusiasmada con la independencia, decide salir manejando el auto nuevo que había comprado hacía pocos días. Al llegar frente a la casa de su madre, toca la bocina. Des