El último día del juicio finalmente llega. El ambiente está cargado de expectativas y nerviosismo, con todas las miradas fijas en el juez que, al entrar, muestra una expresión aún más severa que en los días anteriores. La gravedad de la situación es evidente, reflejada en el silencio casi absoluto que domina la sala.
De un lado, Joana y Xavier Ferraz están sentados; sus expresiones contrastan en distintos tonos de preocupación. Joana, con el rostro abatido y los ojos llenos de lágrimas, parece haber sido vencida por el peso de las acusaciones. Xavier, en cambio, mantiene un semblante duro, intentando proyectar fortaleza, aunque la tensión en sus manos, aferradas al borde de la mesa, delata su inquietud.
Los abogados defensores intentan calmar a sus respectivos clientes, murmurando palabras de aliento mientras ajustan los últimos detalles de sus argumentos. Al otro lado de la sala, Victor y Marina están sentados juntos; la mano de él descansa sobre la de ella, transmitiendo fuerza y ap