Los rayos de sol que atraviesan la ventana hacen que Marina abra los ojos lentamente. Por un instante, se siente desorientada, extrañando el entorno, pero su mente pronto le recuerda los acontecimientos que la llevaron hasta allí. Al tomar el celular, se da cuenta de que aún son las siete de la mañana. Aunque su cuerpo desea seguir descansando, su estómago, hambriento, la traiciona con un rugido, advirtiendo que no puede esperar mucho más.
Se levanta de la cama y va al baño para hacer su higiene matutina. Deduce que Víctor aún duerme, por lo que decide explorar el apartamento en busca de la cocina. Sin embargo, al pasar por la sala, se sorprende al verlo ya despierto, sentado en el balcón, leyendo algunos papeles.
Él levanta la vista al percibir su presencia. Los ojos de Víctor recorren el cuerpo de Marina, que lleva un pijama corto, dejando ver sus piernas torneadas. Al subir la mirada, casi de inmediato, aparece en sus labios la sonrisa sarcástica que lo caracteriza.
— Buenos días,