Rodrigo y Víctor suben a sus autos acompañados de sus novias, cada uno decidido a buscar a Joana en lugares diferentes, con la esperanza de descubrir dónde podría estar. En el coche con Víctor, Marina permanece en silencio, aunque su inquietud es evidente. Mira por la ventana, intentando ocultar su nerviosismo, pero él nota cómo sus manos tiemblan ligeramente sobre el regazo.
— No me parece justo que te pongas así — comenta él, lanzándole una breve mirada mientras mantiene la vista en la carretera.
Marina duda un momento antes de responder; su voz baja está cargada de preocupación.
— Sé que suena contradictorio, pero ya vi cómo reacciona tu padre cuando está furioso… y tengo mucho miedo de lo que pueda hacerle a Andressa.
Él suspira, apretando el volante. Con tono frío, responde:
— Si pasa algo, fue ella quien lo buscó. ¿De verdad creía que involucrarse con un hombre casado sería un cuento de hadas eterno?
La frialdad de Víctor sorprende a Marina, que se encoge ligeramente en el asien