— Claro, creo que es una buena idea — responde Marina, decidida a descubrir la verdad sobre el misterioso novio de su amiga.
Después de toda la ayuda y apoyo de Víctor, sentía la necesidad de retribuir de algún modo y quizás, al desvelar lo que Andressa parecía ocultar, consiguiera al menos aliviar su propia inquietud.
— Entonces, ¿queda para el viernes? En cuanto salgas del trabajo, puedes ir directo al apartamento. ¿Qué te parece? — insiste Andressa, con una sonrisa esperanzada.
— No sé… — Marina duda, intentando descifrar las intenciones de la amiga.
— ¡Anda, amiga! Prepararé una cena solo para nosotras dos, va a ser genial — persiste, demostrando toda su buena intención.
— Está bien — acepta, aún con recelo.
Por más que quisiera a Andressa, sentía que su amiga escondía algo. Había una energía inexplicable en el aire, una expresión en sus ojos que revelaba secretos no dichos. Marina recuerda las palabras de Víctor: «Nunca conocemos realmente a las personas». Confiar, al fin y al ca