Son más de las ocho de la noche, una noche que había iniciado con tantas promesas buenas y ahora la impertinencia de su pequeña hermana causó un terrible desenlace en la familia.
— ¡Celia, ayúdame! — gritó la joven al ver a su hermana paralizada.
— ¡No! ¡Tú lo mataste! — las palabras de Celia estaban cargadas de horror y salió corriendo— ¡Tú lo mataste!
Karen comprendió que el vínculo de hermandad están más que rotos e irreparables.
—¡Déjala! — la voz de Ricardo sonó en un tono muy bajo—. Perdónala...
Karen aterrada lucha con todas sus fuerzas para subirlo a un taxi y llevarlo al hospital. Fue atendido en un cubículo privado durante horas. Tiempo después salió el médico con el rostro adusto y su mirada sin emociones, le paralizó el corazón a Karen al imaginar lo peor.
—Lo siento mucho, señorita Bonilla— dijo el médico —como le dije, si su padre no se opera pronto no va a resistir otra crisis. Hay que ponerle nuevas válvulas. Su corazón está muy débil.
A Karen le temblaron las piernas