El evento benéfico se celebraba en el lujoso salón de un hotel de cinco estrellas, con una iluminación tenue y elegante que reflejaba el prestigio de los asistentes. La prensa, los empresarios más influyentes y diseñadores reconocidos estaban presentes.
Alexandro Montenegro llegó con su porte imponente, vestido impecablemente con un traje negro a la medida. A su lado, Victoria y Lucía entraron con una sonrisa fingida, creyendo que tenían la situación bajo control.
Lo que no sabían era que todo estaba a punto de derrumbarse.
Y luego, Vanessa llegó.
La conversación en la sala se apagó levemente cuando ella hizo su entrada.
Llevaba un vestido rojo ajustado con una abertura en la pierna que acentuaba sus curvas y la hacía lucir como una diosa. Su cabello caía en ondas suaves, su maquillaje resaltaba su mirada y sus labios pintados de rojo eran un arma de destrucción masiva.
Alexandro casi muere al verla.
Sintió un golpe en el pecho, una combinación de deseo, orgullo y celos irracionales a