Colton se dirigió directo a su escritorio y dejó el maletín encima antes de sacar las hojas impresas que había guardado en su interior. Levantó la mirada hacia la primera fila para entregárselas a uno de los estudiantes, pero en su visión periférica captó algo que llamó su atención. Podía no ser quien creía, pero aun así se descubrió desviando la vista hacia aquel cabello pelirrojo.
Y la vio.
Se quedó inmóvil durante unos segundos, observando a Piper en la cuarta fila. Ella contemplaba su mesa con un interés exagerado, como si fuera lo más fascinante del mundo. Tenía el rostro ligeramente sonrojado y el cuerpo tenso, lo suficiente como para que él supiera que ya lo había visto.
«Maldición», pensó.
De todos los lugares posibles para reencontrarse, jamás habría imaginado que sería en su propio salón de clases.
Era su alumna.
Volvió a maldecir en silencio y tragó en seco. Se había acostado con una de sus estudiantes. Nunca había cruzado ese límite antes, y no era precisamente porque no hu