No puedo exponernos.

El doctor que está atendiendo a mi hijo me estaba haciendo demasiadas preguntas, ya me sentía ahogada frente a él y estaba a punto de mandarlo por un tubo, pero me contuve, él no tenía por qué saber mis motivos, pero lo peor de todo es que no me dejó llevarme a mi pequeño a casa ¿Qué haría con Niccola hospitalizado? Era un riesgo que no podíamos tomar, de sólo saber que alguien de la gente de mi padre nos pudiera encontrar aquí en Nueva York era peligroso.

Había cambiado mis apellidos y huido de Ventimiglia pocos días después de la muerte de Romeo. Gracias a Doménico, pude salir del país sin que se notara mi ausencia en ese momento, pues mi padre se encontraba en un concilio con sus capos para dar la noticia de mi matrimonio con Franchesco, pero no lo podía permitir. En esos momentos detestaba a mi padre y a todo aquel que fuera de su sequito, incluso le reclamé a Doménico que no hiciera nada y dejara morir a su hijo, pero él con sus cánones y lealtades me recordó que el vivir en la cosa nostra era una renuncia tácita a tu familia y al amor y que su hijo recibió lo que se merecía, pero que su nieto no tenía porqué pasar lo mismo y si yo lo decidía él me podía ayudar y así fue, de Gianna Cintolesi sólo quedó un traje de novia en la cama y nació Gianna Piaggio Castafiore.

Mi problema era que, hasta el día de hoy, he sabido que me están buscando. No para matarme, por el contrario, es para que cumpla la promesa de casarme con su mano izquierda y capo del norte de Ventimiglia y aunque habían pasado los años ese tipo no olvidaba el desaire que le había hecho ese día. Además, mi padre ya estaba viejo y al tener solo hijas había comenzado a mermar su poder, si supiera de su nieto lo más probable es que me lo quitarían y luego se desharía de mí.

Me fui a casa arrastrando los pies, estaba tan cansada y me dolía mucho la cabeza, pero lo peor de todo es que los ojos encolerizados de ese doctor no me los podía sacar de la cabeza, es que era tan, pero tan prepotente. Se creía que era el dueño absoluto de la sociedad o por lo menos del grupo reducido de mujeres que le miraban con admiración.

Es que si lo vieran, metro noventa de humanidad, aunque no muy trabajados, al parecer no se daba el tiempo de ejercitar, pues no se notaba musculoso o algo por el estilo, unos ojos verdes y el pelo rubio desarreglado, podría pasar por surfista y ni cuenta me daría de que es médico, pero ni toda esa testosterona andante podía sacarme de mi enfoque, tenía que buscar la forma de sacar a Niccola de este hospital antes que alguien pudiera notar su presencia.

Entré en mi departamento y lancé mi bolso y la chaqueta donde primero cayeron, la verdad me encontraba tan desganada y con tanto cansancio que, al final, me quedé dormida y sólo desperté después de haber tenido otra pesadilla con Romeo y mi Nicco.

Me levanté a duras penas y busqué los autitos que le gustaban a mi hijo y su osito de peluche. Ordené una pequeña maleta y luego llamé a Luisa para avisarle que debería faltar porque Nicco estaba hospitalizado. Lucía me regañó por no avisarle desde un principio, que cómo podía ser tan inconsciente si éramos familia, que nunca dudara de eso, a lo cual agradecí, pero igualmente me parecía extraño de escucharlo de un extraño.

Terminamos la llamada, con el compromiso de que la mantendría informada y que una vez que Nicco saliera del hospital me reincorporara al restaurante.

Después de una larga ducha me vestí y salí rumbo al hospital, quería ver a mi pequeño y saber si ya estaban listos todos los exámenes para poder llevármelo a casa. Tomé el metro como cada mañana, pero ahora dirigiéndome hacia el hospital. Llegué y al preguntar por mi hijo me informaron que estaba en la sala de escáner y que debía dirigirme al área de cardiología infantil, que en ese lugar me podrían dar mas información.

Mientras caminaba por los pasillos del hospital ví al mentado doctor hablando con otros dos hombres y una mujer muy hermosa de ojos color cielo que se reía de ellos, pero lo que me llamó la atención fue que uno de ellos le dijo…

A ver que te pasa a ti cuando te vea tu mafiosa.

¿A qué se estaría refiriendo? ¿Será que el doctor tiene contactos con la mafia? Dios, ¿dónde vine a meterme?

Me escabullí sin que me notaran y enfilé mis pasos donde me habían informado que podría tener noticias mas certeras de mi hijo, alejando mis pensamientos de la conversación que escuché.

Una vez ahí, me acerqué a la estación de enfermería y una enfermera muy amable me dijo que esperara unos minutos para que la doctora que estaba de turno me atendiera. La sorpresa fue mayor al ver a Val Scott llegar al lugar y enterarme que era ella la doctora a la que estaba esperando. Val, amablemente me hizo el ademán para que nos dirigiéramos a su consulta y me ofreció el asiento.

—Cuando vi a Nicco pedí su historial de inmediato ¿Por qué no habías venido antes Gia?

—La verdad había solicitado la cita con tu marido, pero me la cambiaron para la semana siguiente y nunca pensé que Nicco sufriera una de sus crisis y que me fuera imposible de controlar.

—El estado de Nicco es complejo, Gia. Estuve viendo las anotaciones de Nathan y si sigue así a cualquiera le será imposible de controlar.

—Val, no quiero que le suceda nada a mi príncipe.

—Tranquila, cariño. Haremos todo lo posible porque Nicco pueda recuperarse, pero deberás aceptar las indicaciones de Nathan. Nicco debe ser operado.

—Val, es que…

—Hola mi hermosura, acabo de estar con mi actriz favorita y…

—¿Y cuándo será el día que aprendas a tocar la

puerta?

—Oh, perdón. No pensé que estabas con… Señora Piaggio, que bueno que llegó, a Niccola ya deben de estar por traerlo a la sala común.

—Doctor—de la que me salvó, estuve a punto de soltarle todo a Val, sino fuera por la llegada de él—. Aquí Val me estaba explicando la situación de mi pequeño.

—¿Se conocen?

—Por supuesto, idiota. Ella es la chef del restaurante de Enrico —responde Val, tranquilamente y el doctor se oone rojo, ya imagino todo lo que quiere decir de mí, pero se muerde la mejilla para no decirlo.

—Ah… pues entonces las dejo. Iré a hacer mi ronda y una vez que ustedes dos terminen vengo a hablar contigo preciosa.

—Está bien, aprovecha de decirle a Bruno que yo me haré cargo del caso de Nicco para que quede registrado.

—¿Qué? !No! Yo soy quién llevará el caso. Él es mí paciente.

—No seas tan complicado y hazme caso, ya estoy viendo con Gia la situación y en eso estamos quedando ¿Cierto Gia?— Val me mira y me guiña un ojo y no me queda de otra que asentir, mientras el doctor gruñe molesto por la situación que se está poniendo incómoda.

—Espero y no vaya a ponerme mal con la doctora Scott señora Piaggio— me dice molesto y luego se dirige a Val— y tú, deja de quitarme los pacientes sin avisar.

—Ya, ya, cariño. Ahora,ve a ver a ver a tus pacientes y después hablamos.

Después de ese intercambio incómodo de palabras con el doctor nos quedamos nuevamente solas y Val me volvió a hablar más tranquila. Me explicó como sería la intervención de Niccola y el tiempo que duraría su recuperación y su posterior tratamiento.

Las palabras de Val calaron hondo en mí, sabía que mi hijo debería ser operado, pero cada minuto en este hospital hacía que peligrara tanto la vida de él como la mía propia.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Debería contarle a Val que éramos buscados? ¿Seguiría queriendo Val atender a mi hijo después de lo que le contase o me mandaría con viento fresco al enterarse de todo? O peor aún que nos echaran al agua con esa gente, necesito acelerar las cosas es imperioso que los exámenes de Nicco salgan aceptables para poder irnos de aquí, pero si no es así debo buscar la forma de mantener todo discreto. No puedo exponernos a que nos encuentren.

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