El silencio de Luis me pareció abrumador, necesitaba escuchar una respuesta en referencia a Lucrecia pero prefirió evadirme.
— No sé nada, Mary — Comentó Luis sin darme la cara yo lo miré extenuada, como no iba a saberlo.
— Me preocupa no saber con exactitud donde se encuentra ahora — Dudé mientras me colocaba más cerca de la mesa para reposar mi barbilla en mis manos, estaba demasiado abrumada
— Pues mira, no sé realmente dónde esté, pero puedes buscarla después — Señaló Luis, un poco fastidiado por mi insistencia, lo dijo como si fuera algo realmente normal, para él lo era, pues no sabía de qué era capaz Eduardo y de todo lo que estaba sucediendo en mi vida
— Tienes razón— Señalé para no entrar en contienda; sin embargo, mi corazón me palpitaba mucho, como si estuviera advirtiéndome de algo
— Y cuéntame, cuándo te casaste, qué tal es el famoso Páter — Preguntó curioso mientras fingía una sonrisa, algo que me pareció extraño, su actitud era muy distinta, como si me estuviera ocul