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InicioUn baile para Franco
Un baile para Franco

Un baile para Franco ES

Romántica
dayiEscritora   Recién actualizado
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20Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

MatrimonioIndependienteJefe / CEORomancePosesivoProtectorembarazada

Mariana es una joven bailarina cubana de veintitrés años que tras emigrar de su país natal hacia los Estados Unidos, se dedica a trabajar de mesera en la cafetería de su tío, con la ayuda de su primo Ricardo. En Miami conoce a Franco Rizzo, un italiano dueño de la famosa Casa Club "Vitale", situada en Nueva York, quién mediante manipulaciones y jugadas con dinero de por medio, consigue que la cubana viaje a trabajar con él. Adentrarse al mundo de tan poderoso hombre, y firmar un contrato que la obliga a bailar solo para él, la hace conocer sus más ardientes facetas. Mariana descubre que su arte, y la belleza de sus pies, están destinadas no al público, sino a quién la encaminó a las danzas de la sensualidad. Las cosas se tornan turbias cuando la obsesión proveniente de quién menos se lo esperan decide intervenir en la vida de Mariana. Y es aquí, dónde la incógnita enfrenta al famoso Franco Rizzo: ¿Valdrá la pena arriesgarlo todo por la latina que cambió su vida?

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Un baile para Franco Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Capítulo 20

    Franco:—¿Qué te parece este? —me extiende una pequeña cajita de terciopelo rojo con un anillo de diminutos diamantes adornando una joyita en forma de rubí. —Es precioso Félix, le va a encantar. Es sencillo, justo como Estrella —le contesto y él sonríe como nunca antes.Me agrada que halla tomado esta decisión pese a la opinión de nuestra madre. Félix ya es un hombre y finalmente se ha propuesto formar una familia y mudarse junto a Estrella a una casa en Italia que lleva meses codiciando. Luego de reunir lo suficiente con las ganancias de la empresa que le regaló papá consiguió una suma que le permitirá una boda magnífica y la compra de su futuro hogar.—Mamma vendrá el sábado —le digo y descompone el rostro.—¡¿Qué quiere ahora doña Giada?! —exclama entonando los ojos. —Ya sabes lo que quiere, solo no le des el gusto.Me pongo de pie y me paso una mano por mi cabello para peinarlo un poco. —Nos vemos luego, debo ir a resolver un asunto a Vitale —enuncio y se forma una sonrisa estú

  • Capítulo 19

    Mariana:Doy tres toques en la puerta del despacho de Franco y escucho su voz desde adentro indicándome pasar. Giro la manija un poco nerviosa y finalmente entro. Camino incómoda, Ronan no me ha permitido siquiera cambiarme por la urgencia del asunto, el cual deseo aclarar. Levanto la cabeza y me encuentro con la frívola mirada de mi jefe. Tiene sus labios fruncidos y el mentón contraído, como si quisiera matar a alguien, bueno, en este caso, matarme.—¿Me mandó a llamar? —le pregunto frente a su escritorio.Siento su fría mirada recorrerme y me ruborizo.—Siéntate —me ordena y asiento. Una vez sentada titubeo antes de volverlo a mirar. Sus ojos reflejan algo que me asusta descubrir, pero me mantengo erguida, pues creo saber de qué se trata.—¿Cuál ha sido su nueva ubicación en Vitale? —cuestiona y se deja caer contra el espaldar de su silla. Lleva sus dedos índice y pulgar al puente de su nariz y estira sus labios mientras espera por mi respuesta.—De... de asistente en el camerin

  • Capítulo 18

    Mariana:Me remuevo incómoda en el asiento y de vez en cuando persivo la mirada indiscreta de Ricardo. No pretendo hablar y espero que él no lo intente tampoco. —Estaré aquí por unas semanas —rompe el silencio echando mis planes al retrete.—¿Sí? —cuestiono y asiente—, ¿Qué te trae aquí?—Trabajo. Quisiera hacer negocios por acá —contesta. Sé de un pequeño proyecto que tiene de ventas de motores para... No recuerdo.—Que bueno —digo, deseando llegar a mi departamento—, dobla a la derecha—. Le indico mirando la ubicación que indica mi celular.—¿Cómo te va en el Club? «Todo iba de maravilla, me gusta mi jefe y hoy lo he pillado con su asistente». Pienso y frunzo los labios.—Muy bien.—Me alegro mucho. Mira, ¿Es ahí? —pregunta con la vista puesta en el edificio donde vivo.—Aquí es —digo y comienzo a recoger mi bolso para bajarme del auto—. Gracias por traerme.—No tienes que agradecerme, prima.—¿Hace cuánto estás aquí? —inquiero antes de abrir la puerta del auto.—Llevo tres días,

  • Capítulo 17

    Franco:¿Perseguirla? No he llegado al punto que me impulse a hacerlo. Por lo que la dejo ir con sabrá Dios quien en un auto.No niego que una furia momentánea recorrió mis venas hasta llegar al Hospital, hasta sentí aquello que solo había sentido por Thor, mi exmascota que Dios la tenga en la gloria. Solía ponerme rígido cuando se escapaba tras alguna cachorra que llamara su atención. Así que sí, no experimento ese sentimiento con cualquier cosa...Cierro la puerta con cautela para cercionarme de que no esté durmiendo pero al voltearme la encuentro sentada con la espalda recostada al cabezal de la camilla. Su rostro se ve menos afectado ahora, la herida ha cicatrizado con las múltiples cremas aplicadas por el cirujano plástico y la quemadura en parte de su mejilla ha casi desaparecido.—Mi salvador ha llegado —dice animada y al llegar a ella beso su frente.—¿Cómo estás hoy? —Mejor que ayer y peor que hace un mes —suelta con sarcasmo y niego con la cabeza sosteniendo una sonrisa.—

  • Capítulo 16

    Mariana:Apoyo mi cabeza sobre dorso de mi mano derecha sobre el mesón y me distraigo observando a los primeros clientes que llegan. Y por supuesto, no hay persona que no vista de etiqueta.—¡Mariana! —exclama Ronan por encima de la música, dirijo la mirada hacia él y se aproxima para decirme—. ¡El jefe te espera en el salón de juntas! —enuncia y contesto con un asentamientos de cabeza.Me deslizo sobre el taburete de un metro en el que estoy sentada con cuidado de no razgar mi falda y me encamino rumbo a la escaleras para ascender directo al salón de reuniones de Franco.La puerta está cerrada. «¿Debo llamar? ¿No que aquí había un guardia custodiando la puerta?».Sin saber qué rayos hacer me decido por dar dos toquecitos en la puerta. Me quedo sigilosa con la idea de que abrirá pero luego de esperar por tres minutos deduzco que por la música seguro no escucha los toques.«Dicidido, voy a entrar».Giro la manija de la puerta con cuidado y asomo mi cabeza para encontrarme con una esce

  • Capítulo 15

    Franco:—¿Intentaste proponerle esta cifra? —cuestiona Dashton extendiéndome un papel con una cifra tres veces más alta que la anterior, niego con la cabeza—. Bueno... Siendo sincero me interesa muchísimo la empresa, y tengo trabajadores dispuestos a levantarla. Hagamos algo, dile a Massimo que la compraré, pero tres veces más alto de lo que él la está vendiendo, pues la cifra que ofrecí anteriormente ya no es negociable —acota mientras oigo pero no escucho lo que me dice, pues en mi mente solo hay espacio para Mariana. Esa mirada verde; esa sonrisa embriagadora y fascinante; esos labios rojizos y carnosos que invitan a probarlos y ese carisma que no había encontrado antes en otra mujer; toda ella ha conseguido que me obsesione con su cuerpo de un modo que ni yo mismo se explicar. «¿Cómo paré en esto si a penas la conozco?». Todo comenzó con una mirada en Miami, y ahora no puedo dejar de pensar en ella...—¡Franco! —la voz de Dashton me hace pegar un brinco en mi silla y regreso a la

  • Capítulo 14

    Mariana:Recuesto la cabeza a la cabecera del asiento del auto y giro la vista a mi izquierda, cruzándome con la mirada curiosa de mi jefe. —¿Lo has pasado bien? —me pregunta arrugando la cara, como temiendo por una respuesta negativa de mi parte.—De maravilla, gracias por la invitación —agradezco.—Un placer —dice y se acomoda en su asiento, girándose de lado para quedar frente a mi—. ¿Ya quieres ir a tu departamento o...?Inclino mi cabeza para estar pendiente de sus palabras.—¿Te... te interesa conocer donde vivo? —propone juntando sus dientes y le brillan los ojos. Suelto una risa a medio volumen y niego con la cabeza para volverla a su rostro.—¡Wow pero que rápido eres! —Podré ser rápido, pero tú eres un poco perversa —contraataca y abro mi boca en respuesta.—¿Perversa yo? ¿Por qué?—Porque solo quería mostrarte mi apartamento, no insinué lo que sea que estás pensando —justifica y lame sus labios. Y por supuesto, sé que sus intenciones no son las que dice. —Por supuesto —

  • Capítulo 13

    Franco:—Desembucha ya —exige la peliroja de piernas cruzadas mientras bebe un cóctel.—No es nada que no te hallas imaginado ya —le contesto y me acerco a ella para que me arregle el nudo de mi corbata— no lo ajustes tanto, la vez anterior casi me ahogo.—O sea que tienes una especie de obsesión con la cubana ¿No? —dice y deja a un lado su bebida, se dedica a anudarme la corbata y cuando termina me palmea el pecho.—No exageremos, quiero conocerla y quizá algo más luego —me encojo de hombros y poso frente a Verónica—. ¿Cómo me veo?—Guapo como siempre. Éxito en tu cita... —desea y hace una pausa para mirarme picardiosa—, y usa preservativo, bastante tienes con Riley.—Muy graciosa sirena, graciosísima. Ya me voy —le lanzo un beso—. Contrólame todo esto —le recuerdo recorriendo los alrededores de Vitale con la vista y ella rueda los ojos.—Como siempre, el día que mueras me corresponde el 70% del poder.—Debes estar rezando porque eso ocurra.—Oh no sabes cuánto.—A partir de hoy tend

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20 chapters
Capítulo Uno
Un baile para Franco /dayiEscritora
Mariana:Elevando la vista al plano techo del salón de baile, me concentro en puntear mis pies y realizar la técnica de Hawkins, orientada por la meticulosa bailarina Camagüeyana Berta Mustelier.—Enfatizen en el uso de los movimientos fluidos que se inician desde el centro gravitacional del cuerpo, aprendiendo a moverse utilizando el mínimo esfuerzo muscular —orienta mientras se pasea entre la fila de jovencitas delgadas que me acompañan—. ¡Vamos Hernández, desde el principio! ¿No desayunó hoy o ha venido con ganas de ser requerida? Detesto cuando me llama por mi primer apellido, no merezco que me eche en cara ensayo tras ensayo que soy hija de un delincuente. Retomo mi posición inicial y despliego mis brazos a la altura de mis hombros, doy un giro libiano y muevo mis caderas con la sensualidad que nos exigen. Necesito mejorar mis pasos si quiero que quite su dedo de encima mío.—Mucho mejor, ahora Cunningham con el ritmo del excelentísimo tema musical "Arcade", versión en español p
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Capítulo Dos
Un baile para Franco /dayiEscritora
Franco:—Un Glenfiddich —le pido a Ronan y desvío la mirada a los alrededores del club. El equipo técnico prueba las luces y numerosos focos de colores rojo y azul despliegan resplandecientes destellos de luz. Un par de ingenieros comprueban las pantallas y los refractores y sonrío al ver a Verónica cargar a todos lados su planilla repleta de orientaciones. Discute con las bailarinas, le lanza el bolígrafo a uno de los meseros y grita a todo mundo que están haciendo un pésimo trabajo.Verónica es una chica que trabaja para mi desde hace poco más de cuatro años. Es atractiva y bien podría ejercer de modelo. Posee un cabello rojizo natural que le llega hasta los hombros y sus ojos cafés contrastan con el negro de sus kilométricas pestañas. Es diseñadora informacional de profesión y lleva cada uno de mis futuros proyectos entre sus más importantes intereses.—Su trago señor —Ronan deja frente a mí el whisky y asiento para luego tomar un sorbo.—¡Verónica! —exclamo y la pelirroja se volt
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Capítulo Tres
Un baile para Franco /dayiEscritora
Mariana:Odio las despedidas.Definitivamente nunca estaré preparada para decirles adiós a mis pequeñas florecitas. Las abrazo a ambas y poso un beso en la frente de Karla para luego hacer lo mismo con Kamila. Abuela Martha nos observa aguantando las lágrimas y pronuncio inaudiblemente que todo estará bien.—¿Y para nuestro cumpleaños estarás? —me pregunta Kamila—. Prometiste que nos comprarías unos vestidos de princesa.—Faltan muchos días aún, y claro que les compraré los vestidos —respondo con una sonrisa y ambas dan brinquitos emocionadas.—Dice mamá que nuestra fiesta será dentro de veinte domingos. Esos son muchos domingos tata —musita triste Karla y le pellizco una mejilla.—¡Claro que no! Veinte es un número pequeño, mira. —Me levanto del sofá y agarro un bolígrafo junto con una hoja de la agenda telefónica de mi abuela. La llevo hasta las gemelas y dibujo un número veinte del tamaño de un guizante—. ¡Lo ven! Es muy pequeñito. En poquitos domingos ambas tendrán ¿cuántos?—¡Ci
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Capítulo 4
Un baile para Franco /dayiEscritora
*Mariana*El sereno de la madrugada nos abraza y tiemblo de frío mientras bajo a tierra firme, con parte de mi mochila empapada de agua salada y mi cabello amelenado por la brisa.Un fuerte murmullo de lágrimas y quejidos de felicidad se adueña del sonido de la playa donde desembarcamos temerosos. No hay tiempo para celebrar, una vez que pisamos la arena nos lanzamos a correr en dirección a los matorrales que rodean la derecha de nuestra vista. No puedo explicar cómo me siento ahora mismo, un sentimiento de alegría y miedo me recorre de pies a cabeza y en lo único que puedo pensar es en correr junto a los demás.Escapamos de posibles guardias americanos y finalmente llegamos a una zona estrechamente poblada con unas diez personas esperándonos con carteles y camisetas de bienvenida. «Es el momento de soltar las lágrimas». Me digo al ver a un tipo vestido de blanco con un cartel en manos ilustrando un: "Bienvenida al sueño americano Mariana". Es Ricardo, el primohermano de mi madre.
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Capítulo 5
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Capítulo 6
Un baile para Franco /dayiEscritora
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Capítulo 7
Un baile para Franco /dayiEscritora
Mariana:—Ya te dije que sé lo que hago —le repito por quinta vez al menos a mi madre y ella bufa al otro lado de la línea.—¡Eres una niña aún, no sabes nada de la maldad que existe en Estados Unidos! ¿Y si te prostituyen? ¿Ya les dijiste que eres emigrante y que aún no te dan la ciudadanía? —ataca mamá y ruedo los ojos.—No me pasará nada malo, necesito el dinero. Y lo de la emigración... No me preguntaron y por eso no les dije, al parecer les urge mucho encontrar meseras y no tomaron en cuenta algunos detalles. ¡Ay no sé mamá! No puedo darme el lujo de desaprovechar esta oportunidad.—Mariana, escucha a tu madre —insiste abrumada, con esa voz que logra hacerme reflexionar.—Estaré pensando en tus palabras mami ¿Sí? Ahora tengo que colgar, un beso.—Ay Dios mío Mari, algo me dice que no me harás caso chica. Cuídate mucho oíste... Y recárgame que me quedan pocos megas.—De acuerdo, chaíto. Te quiero.—Dale mi niña, te amo mucho.Cuelgo y doblo la última muda de ropa que pretendo llev
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Capítulo 8
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Franco:Iba a decirle a mi padre que por razones como esta (la calor) no me gusta venir a Miami, acá es más cálida la temperatura. Pero por tal de cruzarme con la meserita castaña de la cafetería vuelvo las veces que hagan falta.—¿Nos vamos señor? —me pregunta Bruno luego de darle un toquesito a la ventanilla desde adentro. Me volteo y le indico que aún no y él parece entenderme.—Al fin —pronuncio torciendo un gesto de cara.—Buenos días señor ¿Qué necesita? —cuestiona el albino regordete con delantal y me extiende su mano.Estoy a punto de estrecharle la mía cuando la retira y limpia su mano con el pedazo de tela gruesa que cubre su redonda barriga. Niego con la cabeza y le agarro la mano de igual manera. Él parece sorprenderse.—La cortesía es uno de los más grandes modales, si su mano está sucia o no, es irrelevante —le digo con una sonrisa de labios juntos y el señor asiente.—Exactamente señor.—Franco, mi nombre es Franco Rizzo. He venido a conversar con el dueño de la cafeter
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Mariana:¡¿Crujido de espalda?! Pensé que nunca más sentiría esa sensación de desajuste en mi columna vertebral. «Fueron los tacones del uniforme». Me recuerdo con la mirada puesta en el techo de mi cómodo y nuevo departamento. Desabrocho casi sin fuerzas los botones del chaleco y me ayudo con mis propios pies a quitarme los ajustados zapatos de tacón fino.La alarma del reloj digital sobre el armario retumba marcando las cuatro de la mañana y suelto un bufido seguido de un berrinche resagoso. Agarro una almohada y la lanzo en dirección al aparato ruidoso. Acción fallida, colapsa contra el cuadrito enmarcado de mis hermanas y luego cae al suelo.—¡Cojone! ¡Me cago en la madre de las almohadas! —exclamo para no faltarle al respeto a la madre de alguien que tengo en mente que prefiero no mencionar.Cojo la otra almohada y nuevamente intento golpear el reloj insoportable que pita como equipo médico en alerta de emergencia. «¡Aleluya!». Esta si logra darle y suspiro aliviada. El primer d
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