Capítulo Veinte

Amelia sintió frío. Su presión dio un ligero bajón mientras se apoyaba en el arco de la puerta de la cocina y miraba a Helena y la caja vacía de vitaminas para la gestación que había sobre la encimera.

- I.. - Amelia se frenó y pronto Helena se acercó a ella, cogiéndole la mano y guiándola hasta uno de los taburetes para que se sentara.

- Amelia, no pasa nada. - Helena trató de tranquilizarla. - Puedes contármelo si quieres. Pero necesito saber si te estás cuidando bien.

- Helena, yo... - Amelia simplemente no podía hablar.

- Amy, llevo unas semanas notando tus cambios. - dijo Helena, tendiéndole una taza de té. - Náuseas constantes, no has querido hablar de tu cita con mi médico, tienes el pelo brillante y sedoso y has estado comiendo demasiada sal. - comentó mientras sonreía. - Sé cuando una mujer está embarazada. Tengo dos hijos, ¿lo has olvidado?

Amelia se sentía cada vez más tensa, pero mientras Helena sonreía complacida, los ojos de Amelia se llenaron de lágrimas cuando Helena s
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