Mientras subían al vehículo, Luciana jadeó con fuerza, apoyando la cabeza en el hombro de Dylan.
—Esto… duele más de lo que recordaba de las clases —murmuró entre contracciones.
—Respira conmigo —le dijo él, concentrado—. Tú puedes, amor. Ya casi estamos.
Joaquín arrancó el auto, saliendo de la propiedad a toda velocidad, pero con cuidado. El silencio dentro del vehículo solo era interrumpido por los jadeos de Luciana y las frases entrecortadas de Dylan:
—Tranquila… ya vamos… todo va a salir bien…
Luciana, entre suspiros y una mueca de humor negro, murmuró:
—Si en la próxima contracción me vuelvo violenta… prométeme que no me lo guardarás en rencor.
—Lo firmo ahora si hace falta —respondió Dylan, sonriendo con nerviosismo.
En el hospital, ya estaban alertados gracias a la llamada de Sarah. Dos enfermeras salieron con una camilla mientras el personal abría paso. Dylan se bajó con Luciana aún en brazos y caminó directo hacia la entrada.
—Ella está en trabajo de parto. ¡Está de