Capítulo Final.
“Nunca imaginé que un contrato cambiaría mi vida”
El regreso a casa fue tranquilo. Demasiado tranquilo para lo que habíamos vivido en el hospital. Dylan y yo cruzamos el umbral de la mansión Richard cargando en nuestros brazos a los pequeños milagros que nos cambiaron la vida para siempre. Dos niños hermosos, idénticos, con el cabello castaño claro como su padre y los ojos grandes que todavía no decidíamos de quién habían salido. Aunque si me preguntaban a mí, tenían la mirada de Dylan desde el primer instante.
La familia nos recibió con una mezcla de emoción y caos organizado. Victoria lloraba, Sarah no dejaba de tomar fotos y Francisco, desde su sillón, simplemente asintió con una leve sonrisa cuando Dylan le mostró a sus bisnietos.
—Bienvenidos a casa, pequeños —dijo, con la voz más cálida que le había escuchado en años.
Desde ese momento, todo fue adaptarse. Las noches eran largas, las siestas cortas y el amor… infinito.
***
Sarah, poco después del nacimient