Días después de recibir la gran noticia, Victoria se activó como un huracán de energía refinada. Ni bien Luciana y Dylan confirmaron que esperaban un bebé, ella, con el apoyo logístico (y financiero) de Joaquín, decidió adelantar todos los preparativos para la boda en Los Ángeles.
—Una criatura no puede llegar al mundo sin que sus padres estén casados en todas las jurisdicciones posibles —decía Victoria mientras revisaba un catálogo de cristalería importada de Italia—. Que no digan que no lo hicimos todo como debe ser.
Si a Dylan y Luciana les había parecido extravagante la ceremonia en México, lo que se estaba gestando en Beverly Hills era un espectáculo digno de Hollywood: la casa alquilada para el evento tenía columnas de mármol auténtico, fuentes de agua con luces LED personalizadas, y una pista de baile flotante sobre una piscina. Victoria incluso contrató a un diseñador de bodas que trabajaba para celebridades… y al parecer también para la realeza de Dubái.
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