Despacho de Dylan – Noche
El reloj marcaba casi las diez cuando Alex entró en la oficina, sin necesidad de tocar.
Encontró a Dylan sentado detrás del escritorio, con el saco tirado sobre el respaldo de la silla y las mangas de la camisa remangadas.
El hombre parecía derrotado, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha, como si cargara el peso del mundo sobre los hombros.
Alex cerró la puerta tras de sí y se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio.
—¿Qué demonios pasó ahora? —preguntó sin rodeos, cruzando los brazos.
Dylan soltó una risa amarga, levantando la mirada para encontrar la de su amigo.
—Luciana me odia —murmuró, frotándose el rostro con ambas manos—.
Todo por culpa de Max… y de mis propios errores.
Alex alzó una ceja, invitándolo a seguir.
Dylan se recostó contra el respaldo y empezó a relatarlo todo: cómo Max llevó a Camila a la empresa, cómo Luciana lo evadió toda la tarde, la escena en el ascensor... y la manera en que ella, finalmente