Mientras caminaba hacia la casa, Avy sentía el peso de la decepción. Había imaginado este momento de otra forma, había creído que finalmente podía permitirse soñar con algo nuevo junto a Marcus. Pero ahora, se daba cuenta de que el pasado de él era más complicado de lo que había querido admitir.
En el jardín, Claribel seguía a Marcus, con una mezcla de furia y dolor.
—¿Es esto lo que querías? ¿Romper lo poco que quedaba? —preguntó, cruzándose de brazos—. Porque sí lo es, felicidades. Lo lograste —se voltea Marcus para quedar de frente a Claribel.
—Nunca me has dado el lugar que me merezco, todo lo ves así de simple y estoy harta —espeta Claribel. —Harta que toda tu atención se la des a tu trabajo y a tu hijo, a mí me dejas a un lado.
—¿Simple? ¡Por supuesto que no lo es! —Marcus levantó la voz—. Tenemos un hijo. Un hijo que te idolatraba y que ahora apenas recuerda cómo eres porque decidiste apartarte de él, desde que nació, lo has hecho a un lado.
Marcus sintió cómo cada palabra lo