Guille
No pensé que Mario fuera a abrir la boca tan rápido.
Apenas crucé la puerta de su casa, con Gala a mi lado, él ya estaba anunciando a los gritos mi vida privada. Su risa tronó como siempre, desbordante, imposible de ignorar.
Y entonces, lo soltó.
—¡Familia, amigos! —gritó con esa vozarrón de payaso—. Les presento a Gala, la novia de Cruz.
Vi cómo Gala se tensaba a mi lado. No necesitaba mirarla mucho para saberlo. Su mano apretó la mía con fuerza, sus mejillas se encendieron. Por dentro, yo temblaba igual que ella, aunque lo disimulé con una sonrisa ladeada.
Novia.
Me repetí la palabra una y otra vez, y cuanto más la pensaba, más se me instalaba en el pecho como una llama.
Era miedo, sí, pero también orgullo. Orgullo de que ella estuviera conmigo, de poder mostrarla, de que no fuera un secreto guardado en pasillos ni en rincones.
"Porque, Gala… ¡Dios! Gala era mucho más de lo que yo jamás hubiera creído merecer."
Comprensiva como nadie, siempre escuchando hasta mis silencios