Guille
La campana sonó y el rugido del público llegó a mis oidos, aún más profundo. El ring se encogió hasta volverse el único lugar que existía... Mi lugar.
El rival dio el primer paso. Era alto, fornido, con la mandíbula dura y una mirada que prometía guerra.
Me moví al centro, con la guardia alta, tanteando con un par de directos rápidos la distancia. El primero no entró, el segundo apenas le rozó la barbilla.
Respondió con un gancho lateral que me golpeó la sien. El impacto me hizo ver un destello blanco.
"Respira, aguanta".
Me cubrí y avancé con otro directo al rostro. Esta vez lo sentí limpio, el golpe dio directo a su pómulo. La gente gritó, pero él apenas retrocedió un paso y me golpeó el cuerpo con un ascendente que me sacó el aire de los pulmones.
—¡Controla la distancia! —gritó Eduardo desde la esquina.
Asentí en mi interior, aunque apenas me salía el aire. Subí la guardia y giré en círculo, midiendo. Él volvió a lanzarse con un recto largo, pero lo esquivé y le solté una