Capítulo 89
El taxi se detuvo con un chirrido seco frente al imponente edificio del Grupo Rossy. Nara apenas esperó a que el vehículo se detuviera por completo; lanzó un billete hacia el asiento delantero y salió con pasos decididos. El viento agitaba su cabello mientras caminaba, y cada paso era un latido de furia que la llevaba directo a la boca del lobo.
Los guardias de seguridad apenas alcanzaron a reaccionar. La conocían, sabían que había trabajado allí, y el brillo acerado en sus ojos fue suficiente para que no intentaran detenerla. Nara entró al vestíbulo como una tormenta, ignoró las miradas sorprendidas de los empleados y presionó el botón del ascensor con una fuerza que revelaba la tensión de su cuerpo.
El trayecto hasta la oficina de Marco se le hizo eterno, cada piso que ascendía era una batalla con sus propios pensamientos. Lo odiaba por lo que estaba haciendo, pero también lo conocía demasiado bien: sabía que ese ataque a Leo no era un simple movimiento empresarial,