Capítulo 124
Marco está desesperado.
El aire del hospital se siente pesado, cargado de ese olor a desinfectante que siempre le ha parecido insoportable.
A pesar de que su hijo está en perfecto estado, nada parece importarle mientras Nara siga inconsciente. La observa desde una silla junto a la cama, con la cabeza apoyada en sus manos, los ojos fijos en su rostro inmóvil.
No sabe cuánto tiempo ha pasado. Podrían ser horas o días.
La respiración de Nara es débil pero constante. Esa es la única señal que le da algo de esperanza.
Lina se ha encargado del bebé desde que nació. Marco no ha tenido la fuerza para sostenerlo en brazos. Le duele admitirlo, pero no puede. No mientras Nara siga así. Sentir el calor de su hijo en los brazos sería aceptar que ella podría no despertar, y eso es algo que se niega a pensar.
Los médicos entran cada cierto tiempo, revisan las máquinas, hacen anotaciones y se marchan en silencio. Nadie se atreve a decirle nada. Nadie osa interrumpir ese momento de deses