Capítulo 106
Eva entró en la oficina de Marco con pasos temblorosos. La recepcionista ya la había anunciado, y él, con una calma gélida, había dado la orden de dejarla pasar. Quería verla. Quería comprobar qué mentira se había inventado esta vez para justificar lo ocurrido la noche anterior.
Desde el primer instante, Eva comenzó a llorar. Ni siquiera trató de contenerse. Se arrodilló frente al escritorio, con la cabeza gacha, como si buscara el perdón en su humillación. Marco la observó en silencio, con una mirada dura que la atravesaba por completo. Dio la vuelta al escritorio y se colocó frente a ella, erguido como un juez esperando escuchar la defensa del acusado.
– Marco –sollozó ella–, sé que no me vas a creer, pero yo no planeé nada de esto. Alguien me envió un mensaje y me pidió que fuera allí anoche. Cuando te vi dentro… pensé que habías sido tú. ¡Te lo juro! Por favor, perdóname por ser tan tonta.
Marco arqueó una ceja, su expresión se endureció aún más.
– En serio debes cree