Chantal
Al salir no pude evitar el temblor en mis piernas. Lo vivido en el interior de ese cuarto fue cosa de otro mundo, no voy a negar que me fascino ceder ante los besos de ese hombre, pero solo quise saciar la curiosidad de saber que era tenerlo pegado a mí y apoderarse de mis labios.
—¿Te sientes bien? —pregunta Lucrecia mientras frunce el ceño—. Te ves terrible.
—No pasa nada, solo quería tener un segundo a solas, ya sabes el cansancio acumulado. —Miento para que no haga más preguntas y quede conforme con mi explicación y a la vez deseando que el idiota se mantenga en el interior del cuartucho y no vaya a echar por tierra mi mentira—. Mejor vamos, que ya debe estar por terminar el evento y debemos estar al tanto para recoger las cosas.
Estaba a punto de dar un salto de victoria cuando mi amiga empezó a caminar