Luna se quedó asombrada sin palabras y desconectó la computadora directamente, apagando la pantalla al instante...
Andrés esbozó una leve sonrisa sin decir nada en lo absoluto. Luego, se quitó la chaqueta negra de su traje y la colgó en el respaldo de la silla muy tranquilo donde se sentó Luna.
—Tu número de teléfono no tenía código de ubicación y la mayoría de esos números requieren ciertos trámites para transferir la información. Como me pareció muy complicado hacerlo, cancelé tu número anterior y te conseguí uno nuevo. De ahora en adelante, usa ese número nuevo, ¿entendido?
El hombre lo había dicho en un tono algo despreocupado, como si simplemente le estuviera informando sobre esa decisión. El número de teléfono era información personal solo de ella, ¿por qué él podía tomar esa decisión tan fácilmente por su cuenta?
Muy enojada, tomó una almohada de la cama y se la lanzó directamente al hombre:
—Es mi número de teléfono, ¡solo mío! ¡No tienes derecho a tomar esa decisión por mí! A