La luz que se había acumulado en los ojos de Luna se fue apagando poco a poco. Un rato después volvió en sí y le respondió al joven:
—Lo siento mucho, creo que me equivoqué de persona…
Al verla irse, el joven la siguió en su motocicleta e intentó coquetear con ella:
—Señorita, ¿adónde vas? Te puedo llevar, o ¿me puedes dar tu número?
Luna simplemente caminaba sin rumbo alguno y le respondió con total indiferencia:
—Ya estoy casada, si mi esposo se entera, se va a enojar muchísimo.
El joven respondió con algo de tristeza:
—Vale…
Luna esbozó una leve sonrisa, notando su gran pesar. Parecía que el muchacho se había enamorado de ella a primera vista y ahora, al enterarse de que estaba casada, se entristecía un poco. Aunque su rostro aparentaba tener una sonrisa, sus ojos reflejaban una frialdad.
—Es mejor que regreses pronto. Pareces muy joven y a tu edad, deberías concentrarte mejor en tus estudios.
Dicho esto, en ese momento un auto negro se detuvo frente a Luna. La ventanilla bajó y vio