Vincent había llegado al trabajo antes de la hora pico. En estos días, ya se había acostumbrado a que la oficina vacía fuera lo primero en saludarlo. Meses atrás no era así: Vivian siempre estaba allí primero, reorganizando archivos que ya estaban organizados a la perfección. Esa fue una de las razones por las que la contrató; era demasiado buena en su trabajo. Una lástima que ahora él cargara solo con todo el peso de la empresa.

Había llamado a Harvey después de no lograr comunicarse con ella, y Harvey prácticamente le arrancó la cabeza, culpándolo de todo. Aquella acusación seguía clavada dentro de Vincent como un hueso atorado, haciéndolo preguntarse si, de algún modo, realmente habían sido sus manos las que rompieron todo.

Se frotó el puente de la nariz, gruñó y luego siseó suavemente. Se quitó el saco, remangó las mangas y se dejó caer en la silla con un golpe seco. Un hombre privado de sueño. Un hombre que ardía durante la noche sin cafeína, sosteniéndose únicamente en la pura v