DEREK
Era domingo por la mañana. La casa estaba en silencio. Mientras terminaba de preparar el desayuno, mis ojos se detuvieron en una fotografía que tengo sobre el estante: Jarada. La acaricié con suavidad, como si pudiera sentirla aún a través del papel. Mi corazón se encogió un poco. A veces pienso que el destino puso a Milena en mi camino por alguna razón más grande de lo que imagino, porque hay cosas en ella que me recuerdan tanto a Jarada…
La marca en la pierna de Milena, por ejemplo. Exactamente igual a la que Jarada tenía desde pequeña, una cicatriz que se hizo jugando en el patio de su abuela. Me lo contó una vez entre risas. Milena tiene la misma marca. ¿Qué tan probable es eso? ¿Coincidencia? ¿Señal? No lo sé, pero no dejo de pensar en ello.
Guardé la fotografía y terminé de servir el desayuno. Justo en ese momento Milena salió del cuarto, ya vestida y arreglada, lista para el día.
—Buenos días, Derek. Discúlpame… —dijo con una voz suave.
—Tranquila —la interrumpí con una s