El investigador entonces ordena a sus hombres que invadan el lugar. Se lanzan bombas de gas lacrimógeno dentro de la casa, mientras los policías entran con máscaras, buscándola. Revisan cada habitación, asegurándose de que esté despejada. Cuando llegan al dormitorio principal, encuentran a Acácia escondida debajo de la cama. Los policías la esposan de inmediato.
—¡Suéltenme! ¡Tengo mis derechos! ¡Soy una médica reconocida y muy famosa! ¡No pueden entrar en mi casa de esta manera y arrestarme! ¿Qué crimen he cometido? ¿Tienen alguna orden para entrar en mi casa? ¡Los denunciaré por abuso de autoridad y por invadir propiedad privada! —grita, debatiéndose en el suelo, mientras insulta y escupe a los policías. A pesar de que se dio la orden de arresto, ella no lo acepta y continúa con su espectáculo de resistencia. Los policías la arrastran hasta el coche patrulla, metiéndola en el maletero mientras grita descontroladamente.
El investigador entra en la casa de Acácia, buscando pistas, y t