—¡Calma, hijo! —Frida se acerca a Jack y lo abraza—. No es así, no vas a convertirte en un asesino por culpa de ese desgraciado. Ya sabemos que fue capaz de las peores maldades, pero eso no hará que te sientas mejor matándolo. Sé que la rabia es grande, y las ganas que tienes son de hacer eso mismo, pero tienes que dejar que la justicia se encargue. Él pagará por todo lo que hizo.
—Lo sé, mamá, pero tienes que ver lo que esa mujer hizo en mi vida. Destruyó gran parte de mi vida por esto. Casi muero, pasé todo ese tiempo en coma, olvidé los mejores momentos de mi vida, los que pasé junto a mi esposa. Ella incluso intentó meterme en la cabeza que mi esposa era mi enemiga. No tienes idea de cuánto daño me hizo esa mujer. Me siento impotente por ser un hombre tan grande y no poder hacer nada con esa desgraciada. Merece morir por toda la maldad que ha hecho.
—Jack, no vas a hacer nada de lo que luego te arrepientas. Estás viendo que tienes tres hijos que criar, y los tres te necesitan a su