—Lis, no se trata de pasar vergüenza. Tienes que pensar en los bebés. Y de ninguna manera voy a dejar que cometas el mismo error de la primera vez. Voy a buscar tus maletas, las pondré en el coche y en un rato vendré a buscarte. ¿Ya comiste? Eso es importante.
—Comí, sí. Ivone preparó el desayuno como le pedí. También me bañé, y Ivone me ayudó más que nunca hoy, porque no podía hacer casi nada sola. Desde entonces, estoy aquí acostada intentando encontrar una posición cómoda, pero este dolor me está matando. Parece que me va a partir en dos. No es un dolor constante, pero se parece mucho al dolor de parto. Viene, alcanza un pico de dolor y luego se vuelve muy leve, va y viene, ¿sabes? Los intervalos son un poco más largos, pero como dijiste, es mejor que vayamos al hospital. ¿Quién soy yo para contradecirte? Esta vez, haré lo posible e imposible para asegurarme de que mis hijos estén bien.
Beatriz lo prepara todo, colocando las maletas en el coche. Luego, regresa a la habitación y, co