Luiza mira la mesa puesta frente a ella y luego a su alrededor, evaluando todo. Está impresionada con el refinamiento de la casa. Aunque Liz intentó describir lo hermosa que era, Luiza no pudo ni acercarse a lo que ve en ese momento. Mientras come algo, sigue observando a su alrededor y pronto escucha pasos detrás de ella. Al mirar, ve a Liz acercándose.
—Perdona, hermana. Me pasé de la hora de despertar. Ayer llegué, me di un baño y volví a la cama. Aunque estuve acostada, tardé un poco en dormirme. Quien se durmió rápido y ni se bañó fue Jack, ¿te lo crees? ¡Y luego habla de mí! —sonríe a su hermana.
—No te preocupes, amor. En realidad, fui yo quien decidió venir temprano. Estaba tan ansiosa por llegar aquí que estuve contando los minutos. ¿Te lo crees? Ni siquiera desayuné de lo ansiosa que estaba. Creo que me conoces tan bien que hasta preparaste un desayuno para mí.
—En realidad, no preparé nada, hermana —Liz siente que sus mejillas arden de vergüenza y las cubre con las manos—.