—Amiga, ¿qué te pasa? Calma, respira hondo. Por favor, dime qué sientes para ver si puedo ayudarte. Deja que te traiga un vaso de agua —dice Eva, saliendo de la sala y regresando enseguida con el vaso en la mano, entregándoselo a Liz para que beba.
—No te preocupes, ya se me está pasando. Solo fue un malestar momentáneo —dice, llevándose la mano a la frente—. Mi vista se oscureció un poco, y sentí un poco de falta de aire. Creo que, en realidad, estoy trabajando demasiado y descansando muy poco. Incluso cuando llego a casa, tengo que ocuparme de la casa y de Jack, y se está volviendo un poco demasiado agotador para mí. Aunque hay alguien que se encarga de todo, siempre prefiero despertarme un poco temprano para prepararle el desayuno a Jack personalmente. Tengo que cuidar de mi marido.
—Claro, amiga, pero debes entender que también necesitas descansar. No eres de esas hijas de mamá que viven en casa sin hacer nada. Trabajas fuera, y ser médica es un trabajo muy agotador. Aunque solo t