—Vamos, hijo, tenemos que entrar en la iglesia. Tu novia ya está aquí, solo espera a que entres para que sea su turno. Pronto estarás casado —toma un pañuelo y limpia el sudor de la frente de Jack, ajustándole la corbata.
La música de entrada del novio comienza a sonar, y Jack entra en la iglesia acompañado de su madre. Ella le sonríe, le da un beso en la frente y él se posiciona frente al altar, esperando ansiosamente la entrada de su novia. No ve la hora de verla vestida de blanco, el gran sueño de su vida. Está cada vez más nervioso, con el corazón latiendo tan rápido que parece que va a salírsele del pecho. Cuando suena la marcha nupcial, su pecho se aprieta aún más, como si fuera demasiado pequeño para contener su corazón. Al posar sus ojos en Liz, la ve como una princesa de cuento de hadas. Su cabello rubio, parcialmente recogido en un moño algo deshecho y con mechones sueltos en rizos, se mezcla con el largo velo que cae desde su cabeza hasta la cola de su vestido. Con cada pas