Al día siguiente, Delicia se levantó temprano y bajó las escaleras. Néstor ya estaba en la mesa del comedor. Al ver su semblante preocupado, frunció el ceño y preguntó:
—¿No dormiste bien?
—Uh-huh. —respondió él. Claro, con tanto en la mente, ¿cómo podría ella dormir tranquila? Aprender algo tan impactante de repente requería tiempo para procesar.
Néstor colocó un vaso de leche frente a ella y comentó:
—Eso es exactamente lo que preocupa a Patricia.
Al escuchar el nombre de Patricia, Delicia sintió un torrente de gratitud. Afortunadamente, tenía a Patricia, a Néstor, a su prima Flavia... Gracias a ellos, no tendría que enfrentar el mismo destino trágico de su vida anterior.
Tomando un sorbo de la leche, preguntó a Néstor:
—¿Cómo vas a ir después?
Néstor echó un vistazo al reloj y dijo:
—En un rato llegará mi gente. ¡Te llevaré contigo!
—¿Yo? —Delicia se sorprendió.
—Sí. —asintió Néstor.
Delicia apretó los palillos con fuerza. La Ciudad de México no era tan grande, y Néstor no pasar