Punto de vista de Bill
En cuanto Serena salió del gimnasio, sentí un deseo que me quemaba por dentro.
Me dirigí directo a la ducha. Las baldosas frías del piso me ayudaron un poco, pero no eran suficientes para calmar lo que sentía. Me quité los shorts, ya medio duro, con la imagen de Serena tan cerca pero tan lejos atormentándome como una adicción.
Dejé que el agua cayera sobre mi piel, fría al principio, provocando un escalofrío. Pero no hizo nada para apagar el fuego que ardía dentro de mí. Solo podía pensar en ella. En las curvas de su cuerpo. En cómo se sentía su piel contra la mía. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que tuvimos esa cercanía. Demasiado maldito tiempo desde que la toqué, desde que sentí su suavidad bajo mí.
El agua corría por mi cuerpo mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás. Por más que intentaba no pensar en ella, cada gota me recordaba su tacto: sus manos en mi pecho, sus uñas clavándose en mis hombros en esos instantes de intimidad.
No pude r