Punto de vista de Bill
Apenas regresamos de la playa, no tuve tiempo de acomodarme cuando el celular vibró en mi bolsillo. Miré la pantalla: “Tía Claire”. No era de las que llamaba sin motivo, y un presentimiento pesado se apoderó de mí.
—Hola, Claire —contesté, tratando de sonar casual, aunque ya sentía que algo andaba mal.
—Bill… —Su voz se quebró, y hubo una pausa, una respiración temblorosa al otro lado que me hizo apretar el celular con más fuerza—. Es tu mamá. Elena no está bien.
Las palabras me golpearon con fuerza, como si me hubieran quitado el aire. Por el tono de Claire, por cómo luchaba para contener las lágrimas, supe que no era un simple tropiezo. Era algo serio. Mi mamá siempre había sido una fuerza imparable, fuerte e inquebrantable, al menos en mi mente. Escuchar a Claire quebrarse así por ella me dejó sin aliento.
Me aclaré la garganta, intentando mantener la voz firme.
—¿Quién la está cuidando?
Claire se sonó la nariz, recomponiéndose lo suficiente para responder.
—