—¡Mátala, ya tengo lo que quiero! —replicó Kitty con voz firme.
Mariam se mantenía en pie, tambaleándose por el dolor, mientras Aghata intentaba soltarse, pero sin éxito.
—Lo haré a mi manera, no te preocupes —dijo Rolando con voz decidida.
—Tanto odias a Demian... Sé qué haces esto para vengarte de él —replicó Mariam con desprecio.
—Quiero verlo sufrir, quiero quitarle una a una las personas que ama, entre ellas, a tu hijo. Liam.
Mariam sintió la furia recorrer su cuerpo. ¿Cómo se atrevía a pronunciar el nombre de su hijo?
—Para llegar a mi hijo primero tendrás que matarme —respondió con voz firme.
—Lo haré con gusto —contestó Rolando, sacando su arma con rapidez.
Disparó a Mariam en la pierna, quien cayó de rodillas al suelo. La sangre comenzó a deslizarse por su piel, cálida y pegajosa.
—¡Maldito cobarde! —le gritó la joven herida, con rabia contenida.
El sonido del disparo alertó a Gabriel, quien no dudó en eliminar a los hombres en el exterior.
Los disparos también alertaron a Ro