—Eso no es verdad, dame mi celular yo la llamaré.
—¿Por qué eres tan terco? Apenas entraste al quirófano, ella ya no volvió. Y hace unos días… se casó con tu tío.
La habitación cayó en un silencio sepulcral.
Demian parpadeó con lentitud, como si las palabras no tuviesen sentido al principio. Mariam dio un paso hacia atrás, su pecho apretado, sintiendo cada palabra como un cuchillo que atravesaba su alma. Él giró lentamente el rostro hacia la ventana, bajó la mirada y sus labios temblaron al susurrar:
—Me… abandonó… otra vez.
La verdad dolía más que las heridas de su cuerpo.
Lucas colocó una mano sobre su hombro, pero Demian no reaccionó. Mariam apretó los dientes para no llorar. Lo que más deseaba era abrazarlo, decirle que no estaba solo, que ella había estado allí, día tras día, pero sabía que en ese momento él no podría verlo.
Porque el corazón herido de Demian aún no entendía que a veces el verdadero amor no grita… espera en silencio.
Lucas coloco el periódico frente a su amigo.
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