—Mamá, no llores —le pedí mientras la abrazaba, dándole un apretón fuerte que me resultó muy reconfortante.
—Te amo, mi niña, feliz cumpleaños.
—Yo también te amo, mamá —sonreí—. Pero deja de llorar, ¿sí?
La besé en ambas mejillas sin soltarla.
—Está bien, disculpa a tu madre llorona —respondió, lo que nos hizo reír—. Cuando regreses tendrás una sorpresa.
—Oh —no esperaba eso.
—Y Juliette —me llamó primero, mirándome y luego a Gérard, que estaba detrás—. Espero que estén usando protección.
Casi le lancé miradas furiosas a Gérard. Maldita sea, nos había escuchado.
—No te preocupes, querida —intervino mi padre, tratando de calmarla—. Juliette siempre ha sido responsable. Feliz cumpleaños, hija mía.
—Espero no tener que... —dijo mi madre con un tono que me hizo preocuparme por su reacción cuando se enterara de que estaba embarazada.
Esperaba que no fuera como la de Gérard, porque ahora debía decirle que estaba embarazada y no quería más problemas con él.
Por supuesto, debía ir al médico