También quería saborear su esencia con mi boca, así que deslicé lentamente mi lengua desde sus pantorrillas, tomándome mi tiempo hasta llegar cerca de su zona de placer.
Levanté la vista hacia su rostro antes de tocar su intimidad, y en su expresión pude percibir toda la anticipación y el deseo que sentía. Yo me encontraba igual que ella, así que, sin esperar más, ataqué por completo su se’xo con mi boca, arrancándole el gemido más fuerte de todos los que había emitido.
Mi lengua hizo su trabajo, rozando sus labios va’ginales, y tuve que contenerme para mantener abiertas sus piernas en cuanto rocé su punto de placer.
La escuché exclamar, apartándome un instante. —No, no pares —dijo entre jadeos, así que reanudé mi tarea de satisfacerla, girando mi lengua y tocando su clít’oris.
La sujeté con una mano, usando la otra para deslizar de nuevo mis dedos en su entrada, sin dejar de devorar su se’xo con mi boca. Soltó cientos de gemidos ahogados, y al sentir sus paredes contraerse alrededor