—Sophie, no puedes irte, no sabes la emoción que sentí cuando descubrí que, en realidad —intervino Gérard—, eras mi hermana. No puedes abandonarnos, y mucho menos al abuelo Simon. Cuando se entere de que nuestra Paula está viva, serás su mayor alegría. Por favor, ven a casa conmigo.
—Mis recuerdos están muy borrosos ahora, no me siento cómoda regresando a un lugar que no considero mi hogar —respondió ella con la voz quebrada.
—Sophie, te quedas con nosotros y punto. Llámame egoísta si quieres, pero eres mi hermana —dije con firmeza, girándome hacia mi ex prometido—. Gérard, lárgate de nuestra casa, ya no tienes nada que hacer aquí.
—No quiero obligarte, Sophie, ya has sufrido bastante con toda esta historia —suspiró Gérard—. Me voy, pero antes quiero hablar a solas con Juliette.
—No quiero hablar —dije, molesta.
—Cariño, por favor, hablemos, sé que arruiné nuestro día, pero quiero estar a tu lado —suplicó.
—Vete, Gérard, no puedo creer que me ocultaras algo tan importante. Estoy muy m