Corrí al hospital y de inmediato vi a Sophie; se la notaba un poco triste, lo cual me preocupó demasiado. ¿Había pasado algo con Juliette? Si era así, todo era culpa mía.
—Sophie, ¿cómo está Juliette?
—Señor Durand, no se preocupe. Ya despertó, está mucho mejor. Debería ir a verla.
—Entonces, ¿por qué luces tan triste?
—Estoy intentando olvidar a Bastian, pero hoy me lo encontré. Me dijo que ya no siente nada por mí, pero…
—¿Pero qué? ¿Qué ocurre, Sophie?
—No es importante, solo un corazón roto. Prefiero ir a ver a mi hermana; está muy preocupada por usted.
Sentí la tristeza de Sophie; es duro superar un gran amor, sobre todo cuando se entrega todo a personas que no lo valoran. Me acerqué y la abracé.
—Sabes que puedes contar conmigo, Sophie. Pronto seremos familia; puedes verme como a un hermano mayor.
—¿Qué hacen abrazándose? —escuchamos de pronto una voz.
—Chloé, ¿cómo está Juliette?
—Se está recuperando bien, pero ahora prefiero hablar contigo primero.
—Sé que me comporté como un