Nathan
Entramos justo para ver a la bruja sirviéndose un vaso de jugo de naranja.
Una empleada se movía rápidamente por la cocina, llevando un par de tazas de café para Gustavo y Lucía.
—Siéntense —ordenó nuestro donador, todavía haciendo muecas mientras se rascaba.
Nos sentamos en la mesa, observando cómo se llevaba el vaso a los labios.
Solo de saber lo que tenía ese jugo hizo que me mordiera el interior de las mejillas para no soltar una carcajada.
—¿Qué miran? —preguntó la vieja bruja con el ceño fruncido.
Antes de que pudiéramos responder, su expresión cambió.
Frunció el entrecejo, bajando el vaso lentamente mientras lo miraba con sospecha.
—¿Qué mierda es esto? —murmuró.
Amy y yo nos esforzamos al máximo por mantener nuestras caras serias. Nuestro supuesto padre se sirvió su café mientras seguía rascándose disimuladamente la entrepierna, ignorándola.
—¿Qué pasa? —preguntó, mirando a Morgana mientras ella volvía a oler el jugo.
—Esto… sabe raro —respondió, frunciendo los labio