Joaquín
Me apoyé contra el lavamanos, masajeándome la sien mientras escuchaba a Felipe quejarse al otro lado del teléfono.
—No, hermano. No me hagas esto.
—Felipe, deja de quejarte —respondí con paciencia—. Solo serán unos días.
—¡¿Unos días?! ¿Sabes todo lo que puede pasar en unos días? —gruñó—. La última vez que me dejaste a cargo casi se hunde el barco...
—Por culpa tuya.
—Detalles…
Rodé los ojos.
—Mira, yo confío en ti. Solo mantén todo en orden hasta que vuelva.
—¿Y si hay una crisis?
—Lidias con ella.
—¿Y si un cliente importante se pone exigente?
—Los complaces.
—¿Y si Socorro vuelve a aparecer y trata de secuestrar la empresa?
—Llamas a seguridad.
Felipe suspiró dramáticamente.
—No me pagas lo suficiente para esto.
—Te pago más de lo que mereces.
Silencio.
—Tienes razón… pero, ¿podrías darme un bono extra? —aprovechó la oportunidad el miserable.
—Te daré un bono del 10% si, al llegar, todo está en orden.
—Está bien, lo haré, pero cuando vuelvas exijo unos días libres.
—Trato